LA IGLESIA Y LA EDUCACIÓN

Los sindicatos y los partidos políticos son organizaciones privadas y se financian con dinero público. Los poderes públicos facilitan financiación a todos ellos, de acuerdo con su nivel de demanda e implantación (número de votos, escaños, concejales, representantes sindicales, etc.). Son o al menos deberían ser, criterios objetivos de financiación, marcados por las leyes. Se entiende que esos partidos y sindicatos prestan servicios esenciales para la sociedad, y que por eso conviene financiarlos en régimen de igualdad de oportunidades, para enriquecer la pluralidad de opciones y hacer más libre y democrática la sociedad.

Pues bien, la enseñanza es también un servicio esencial para la sociedad, y es lógico que reciba financiación pública según sea demandada por las familias, y desde luego no según la cercanía a las ideas políticas o ideológicas de quien gobierna en cada momento.

Quienes dicen “el dinero público, para la escuela pública”, ¿acaso no deberían decir también entonces que un partido o un sindicato ha de ser de titularidad pública para poder recibir dinero público? Sería volver a los tiempos de los sindicatos verticales públicos y un partido único, algo que no quiere nadie.

Los partidos políticos y los sindicatos son organizaciones privadas, y el hecho que sean organizaciones privadas es algo fundamental para garantizar la pluralidad en una democracia. De manera semejante, sin una oferta educativa plural, adaptada a los deseos reales y demostrados de las familias, el futuro de la democracia quedaría comprometido.

  • La libertad educativa es un derecho de los padres, establecido en la mayoría de las declaraciones de derechos humanos y de las constituciones, que los poderes públicos tienen no solo que respetar, sino que fomentar activamente. Un Estado democrático no constriñe la libertad, sino que fomenta la pluralidad social.
  • Los colegios son una prolongación de la educación en la familia, y son una responsabilidad de la sociedad que debe estar impulsada por el Estado. La educación se refiere también a la formación de hábitos y virtudes; la dimensión religiosa no puede ser excluida.
  • Servir a los que están en desventaja y desfavorecidos siempre ha sido un punto central de la misión de la educación de inspiración cristiana. Las escuelas católicas son abiertas e inclusivas.
  • Los datos muestran la calidad educativa de los colegios de inspiración cristiana, tanto en la formación del carácter como en los resultados académicos.
  • Los colegios necesitan tener autonomía para poder elegir sus docentes y directivos, de tal manera que se asegure la propia identidad. Esta autonomía es parte de la libertad educativa y religiosa, reconocida en la Constitución Española.
  • La financiación a los colegios católicos concertados no es un privilegio de la Iglesia, sino un derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus valores. Ese dinero sale de sus impuestos, y además se administra con más austeridad que el de los colegios públicos.
  • La Enseñanza de la religión en la escuela (para católicos, protestantes, judíos, etc.) es un derecho de los alumnos, que deciden los padres y tutores mientras son menores de edad. El Estado garantiza que esa educación es para los que libremente lo piden.

CÓMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR LA VOZ

AUSTEN IVEREIGH

YAGO DE LA CIERVA

JACK VALERO

Ed. Palabra

Deja un comentario