Es una obviedad y una realidad, pero no es menos cierto que, a veces, por la vorágine de la omnipresente y controlada publicidad política, de los avatares de las tertulias, parece diluirse un hecho fundamental a la hora de posicionarnos ante la convocatoria de unas elecciones al Parlamento Europeo: que se trata de eso, de decidir sobre Europa, y no de pronunciarse sobre la situación política española.
La casta política lleva tiempo planteándolas siempre en clave nacional y de ahí la desafección de los ciudadanos. Para ellos son sólo un juego destinado a dar por ganador al gobierno o a la oposición, refrendando así, mediante un voto donde lo que predomina es la abstención, sus posiciones obteniendo así una nueva legitimidad democrática. El hecho cierto es que las elecciones siempre se presentan de ese modo procurando orillar la cuestión fundamental: el modelo de Unión Europea que queremos, lo que debiera ser el elemento crucial a la hora de decidir el voto.
La casta política, consciente de que una parte significativa del electorado se abstiene porque ve el tema europeo como algo cuanto menos ajeno y cuanto más como una cueva de ladrones que exprime a países como España, busca sólo movilizar su electorado más hooligan, ese que sólo va a votar para conseguir que no gane el otro. Así el PSOE azuzará la idea de “derrotar a la derecha” y el PP la tesis de “impedir que gane la izquierda”, aderezados, eso sí, con alguna que otra promesa que sintonice con las necesidades reales de las personas como increíbles y futuras bajadas de impuestos. Argumentos más que suficientes para movilizar y asegurar esos sectores del electorado.
Lo curioso, lo importante, lo trascendente y lo que por tanto se oculta es que, en unas elecciones europeas donde lo importante es saber cuál es el modelo de Unión Europea que cada partido defiende, solo existen dos grandes opciones. La primera, la que nos pide más Europa y menos soberanía. La segunda la que pide que las naciones recuperen competencias, la soberanía cedida a los eurócratas de Bruselas que hoy por hoy condicionan nuestras leyes, nuestros impuestos o nos obliga a dejar terroristas en la calle por la euroidolatría de la casta política. La primera, la de los que dicen que, para salir de la crisis, para crecer y de paso recortar salarios, pensiones y derechos sociales, lo que necesitamos es “más Europa”, mayor entrega política y económica. La segunda, la de quienes defienden lo contrario, que los Estados, las naciones, que son realidades no discutibles, son los titulares de la soberanía nacional y económica en vez de dejarla en manos del Banco Central Europeo o la oligárquica Comisión que aparentemente gobierna la UE. La primera, la de los que aspiran, en el fondo, a diluir la nación en una falsa ciudadanía europea. La segunda, la de quienes plantean que la UE debe volver a su concepción original: la de un Mercado Común en el que la cesión de soberanía es sustituida por la cooperación entre naciones.
Y ¿quiénes encarnan en nuestro país, ante las próximas elecciones, esas dos opciones? Esta es a mi juicio la cuestión fundamental porque, enmascarados en la clave nacional, los partidos ocultan su definición ante esta incógnita. Digámoslo claro, PP, PSOE, UPyD, Ciudadanos y la recién nacida VOX (que por cierto ya ha anunciado que se integrará, pese a su aparente disidencia con el PP, en el Partido Popular Europeo del que forma parte el PP) son partidarios de ese “más Europa”, de continuar construyendo la Europa de la cesión de soberanía, hasta llegar a conformar en la práctica un “Estado confederal” que es también el horizonte con el que trabajan los nacionalistas. En el otro extremo están los grupos que defienden el otro modelo, el de los estados soberanos que no aceptan la tiranía de Bruselas, de la Eurocracia, de la casta europea que es correlación de la casta política nacional.
Son los Euroescépticos o los Eurorealistas, los que se afirman en la soberanía de los Estados frente a la soberanía cedida a la UE. Entre ellos figura una nueva coalición que se ha presentado con vocación de concurrir a las próximas elecciones europeas, Impulso Social. Los firmantes del manifiesto fundacional son la Comunión Tradicionalista Carlista, el Partido Familia y Vida junto con el partido socialcristiano Alternativa Española que lidera Rafael López-Diéguez, cada vez más conocido por su presencia habitual en los medios, lo que se traduce en un impacto social que hace difícil evaluar hasta dónde podrán llegar.
Desde un punto de vista estrictamente periodístico no debiera haber discurrido esta presentación en silencio. Entre otras razones por lo que ello pudiera significar dentro del panorama político español de renovación y de vías alternativas a la vieja política. El silencio, sin embargo, manda hasta tal punto que existen medios, vinculados al partido del gobierno, que tienen instrucciones de no mencionar esta opción, Impuso Social, ni para bien ni para mal. Sin embargo, lo cierto es que esta coalición comienza a difundirse de forma imparable a través de las redes sociales y los medios digitales.
Impulso Social se presenta con un programa o mejor dicho con un planteamiento diferente a los de los demás partidos del sistema, los pro-eurócratas (PP, PSOE, UPyD, Ciudadanos, VOX…). Un planteamiento sobre la Europa que debería ser y en el mismo brilla su defensa de la Vida, la Familia y la Justicia Social. Entre las muchas propuestas que figuran en su programa aparece la creación en la cámara de un grupo de eurodiputados a favor de la Vida. Y parece que aún antes de llegar a Estrasburgo ya se están dando los pasos para hacer realidad este grupo. Estaríamos ante una novedad en la política española: sería la primera vez que un grupo inicia el cumplimiento de una promesa electoral al mismo tiempo que desarrolla su campaña. Quizás por ello -ingenuidad dirían algunos- son partidarios de arbitrar una fórmula que obligue a los partidos a cumplir con las promesas que realizan a sus electores durante la campaña. ¡Átense los machos los pergeñadores de promesas para no ser cumplidas que era el destino de los programas según el socialista Tierno Galván! Y es que esta IMPULSO SOCIAL se presenta como lo que es: una agrupación que quiere impulsar la regeneración de la vida pública. ¿Cómo tantas? La diferencia es que parece que estos van en serio.
Su planteamiento es claro: hoy en la UE se decide el 70% del sentido de nuestras leyes, la UE condiciona la política económica española. Quieren que España recupere competencias, soberanía en materia agrícola e industrial, porque consideran que la UE obstaculiza el necesario desarrollo de esos sectores fundamentales para España. Se rebelan contra ese reparto que parece convertir a España en un país de servicios y jubilados del norte de Europa. Quieren reducir los costes de una UE -la pesada losa del IVA, la que el PP prometió reducir en las pasadas elecciones y luego subió- que parece estar diseñada para el beneficio de las oligarquías y la casta política y que “no crea riqueza justamente distribuida sino pobreza”. Quieren que ese dinero esté en los emprendedores, en las PYMES que son las que crean empleo.
No es que vayan contracorriente es que están planteando una alternativa global que tiene como común denominador, es fácil percibirlo si se repasan las declaraciones realizadas por sus dirigentes, los Valores No Negociables que debieran guiar el voto católico. No vienen a contemporizar, no se esconden ni utilizan el eufemismo, como están haciendo otros grupos que se presentan como derecha, en temas como la Familia -resulta del matrimonio de un hombre y una mujer- o la Vida, donde defienden el “aborto cero”, es decir la proscripción de la legislación abortista (algo que no defiende ninguna otra formación pues de una forma u otra PP, PSOE, Ciudadanos, VOX y UPyD son partidarios de la existencia de leyes que permitan el aborto). Estiman que Europa, para ser Europa, tiene que volver a sus raíces cristianas. En este sentido su opción se convierte en única para los electores preocupados por esas cuestiones (ni UPyD, Ciudadanos, el PP o VOX tienen un programa similar).
AES, la CTC y PFyV forman la base de este Impulso Social que, sin embargo, no se queda ahí, por ello tienen vocación transversal, porque quieren llegar a esos españoles que no se sienten de izquierdas pero que entienden que se enfrentan al recorte de los derechos sociales y a la proletarización y frente a ello sienten deseos de rebelarse cuando se les toma por tontos, como ha hecho recientemente un dirigente popular, al afirmar que el poder adquisitivo de los pensionistas es hoy mayor gracias al 0.25 en que se han incrementado las pensiones por parte del gobierno.
Bien Común y Justicia Social podrían sintetizarse en los dos alientos que recorren un programa político en el que plantean medidas concretas y valientes que, sin embargo, no desatienden a las minorías. Así nos encontramos desde la propuesta de un Plan de Ayuda Europeo para las Familias con afectados por Enfermedades Raras a pedir que se prohíba a las entidades financieras rescatadas que repartan dividendos si no cumplen con dar facilidades de crédito a PYMES, autónomos y emprendedores. De ahí que concurran a las elecciones bajo la idea de “dar un Impulso a la Europa del Trabajo, de los Valores, de los Estados Soberanos, de la Vida y de las Personas”.
¿Cuál es su nicho, cuál es su techo? Más que descontentos con el gobierno por su gestión lo que buscan son votantes de Principios y Valores. Los que anteponen la ideología a la gestión. Sociológicamente más de un millón de españoles podrían sintonizar con la coalición Impulso Social. El problema a que se enfrentan es cómo llegar hasta ellos, cómo darse a conocer en medio del silencio impuesto. Por eso pocos medios hablarán hoy y en los próximos días de este Impulso Social. Un nombre que ya corre como la pólvora por las redes sociales y que difícilmente se sabe hasta dónde podrá llegar.
Francisco Torres García, diario YA
Muchas gracias por mantenernos al corriente de la prensa, es muy importante esta tarea.
Que Dios les ayude. Desde luego valoro el fin del aborto, aborto 0, como algo que me atrajo de su partido, pero desconozco los tejemanejes europeos. Siempre me gustó la idea de la unión europea como un solo estado federal. Creo que en esto opinamos distinto, aunque desconozco que noticias llegan de Europa. Si España se sale de la unión europea acabará como un país de África y con una moneda que tenga una inflación de narices. Creo yo. Imagino que sí se pueden re-negociar cosas con Europa que hoy sean perjudiciales para los intereses de España. La crisis no debería ser escusa para salirse.