Cloacas de la política. Votar con la nariz tapada

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Por su interés, reproducimos un artículo de hace un par de semanas.
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-Las conversaciones entre el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el director de la Oficina Antifraude de Catalunya, Daniel de Alfonso va a tener graves consecuencias políticas, pero ¿y los aspectos éticos?-

Escribo esto cuando aún no se ha producido un desenlace en el escándalo suscitado de las conversaciones entre el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el director de la Oficina Antifraude de Catalunya, Daniel de Alfonso. Ha sido la explosión y punto álgido de la campaña electoral. No tengo dudas de que el asunto va a tener graves consecuencias políticas, pero como considero más importantes los aspectos éticos que los directamente políticos puedo abordarlo, sean cuales fueren las consecuencias políticas tanto en los resultados electorales del 26 de junio como en el proceso soberanista catalán o en el futuro de los implicados en el caso.
Se han producido, en mi opinión, gravísimas vulneraciones éticas. El hecho ha puesto en evidencia que se intenta fabricar dossiers que pudieran incriminar a líderes catalanes partidarios de la independencia. Esto se vio ya en los casos de Artur Mas y de Xavier Trías, a quienes se les imputaron supuestas cuentas millonarias en el extranjero que resultaron totalmente falsas. Alguien del mundo policial había fabricado unos dossiers falsos. De la conversación grabada y dada a conocer ahora se ha visto con claridad cómo hurgaban intentando incriminar a familiares de Oriol Junqueras, presidente de ERC. Es obvio que no han encontrado nada porque la conversación tuvo lugar hace dos años.
Aparte de los aspectos políticos y la agresión al Estado de Derecho, es de enorme gravedad ética. Es lógico que desde el Estado se intente frenar el independentismo en Cataluña, y seguramente si no lo hiciera quien gobernara en España actuara mal porque una función básica para él debe ser mantener la unidad del país, pero solo puede hacerse en base a argumentos políticos, económicos, sociales, culturales… e intentar vencer al independentismo en las urnas. Pero en modo alguno en base al uso de las “cloacas” del Estado, con personas sin ninguna ética, capaces de fabricar mentiras que destruyan a otros.
Quien se sumerge en las alcantarillas queda manchado. Al final esto le ha ocurrido al ministro. Lo usado contra otros se ha vuelto contra él.
Pero las vulneraciones éticas no son solo del ministro y del director de la Oficina Antifraude. ¿Quién ha grabado tal conversación en el despacho del ministro? Obviamente, no había una intención altruista en quien lo haya hecho. No cabe duda que el objetivo era perverso, de quien sea, para utilizarlo en contra de quien haga falta.
Suscita, además, la duda de que se habrán grabado otras muchas conversaciones. ¿Piensan que se hayan podido grabar reuniones muy confidenciales sobre temas de terrorismo, por ejemplo?
Y, si estas conversaciones fueron grabadas hace dos años, ¿por qué han salido a la luz a cinco días de las elecciones? Si está muy bien que se denuncien abusos y despropósitos como el producido era normal que hubiera salido en otro momento. Nadie puede dudar del interés explícito de quien lo ha filtrado ahora en perjudicar no solo a los dos implicados sino también al presidente del Gobierno y en conjunto, al Partido Popular. Muy bien diseñado como estrategia política y mediática, pero, indudablemente, levanta dudas sobre el perfil ético de quien lo haya hecho.
Y, a partir de lo conocido, todos los partidos y buena parte de los medios de comunicación se han lanzado como buitres para aprovechar la carroña.
Resulta deplorable la política en España. Empezando por el partido del Gobierno en funciones y terminando con los demás, sean españolistas o catalanistas independentistas. No teníamos bastante con tantos casos de corrupción, con la degradación en mucha actuación política y con la eclosión de populismos muy peligrosos para que se sumaran las alcantarillas del Estado.
A las puertas de las elecciones del próximo domingo, es más patente que nunca que hay que ir a votar, porque es un deber, con una gran pinza en la nariz.

Daniel Arasa

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