Esta pandemia es la fractura histórica que van a vivir nuestras generaciones, como, de manera muy distinta, lo fue la Guerra Civil para las que nos precedieron, y de la que todavía algunos de entre nosotros dan testimonio. La realidad es que nos abocamos a un tiempo nuevo. Preñado de riegos y graves desafíos, de problemas y dolor, pero también de las oportunidades que surgen al afrontarlos con realismo y sin perder de vista, como reclama Balthasar, la cruz, antesala de la Resurrección, fundamento de todo el cristianismo. La nuestra es la fe en el Resucitado y en la Resurrección.
El tiempo nuevo requiere nuevas respuestas que no nacen ex novo, sino de la tradición y la experiencia de lo vivido, permanentemente renovada, sin ruptura con lo que constituyen los acuerdos fundamentales de la fe tal y como los expresa la Iglesia.
Un tiempo nuevo donde se acrecienta el peligro del poder político autoreferenciado y siempre inocente de toda responsabilidad. El presidente Sánchez es un ejemplo de ello, por cuanto, ante el elevado número de muertos en relación a su población que viene sufriendo España, lo atribuye, como ya hizo el ministro Ciencia e innovación, Pedro Duque, a la elevada edad de la población española. Acudía al mecanismo de los “sobrantes”, los que estaban vivos en España, pero que, según ellos, en otros países ya habían muerto. Peligrosa visión para un presidente del gobierno, y además errónea, porque Corea, y en mayor medida Japón, tienen una población tanto o mas envejecida que la española y han registrado un número mínimo de muertes.
Nos enfrentamos al riesgo del olvido de quienes están mucho peor que la mayoría de nosotros. Al riesgo de que el poder y la cultura desvinculada consoliden la existencia de “sobrantes” humanos, y por consiguiente es vital la defensa de los descartados, cuyo principales sufridores han sido, y en parte siguen siendo, nuestros mayores, hasta el extremo de llegar al cribaje por edad, que de manera tan documentada denunció el llamamiento de e-Cristians.
Todo ello sitúa en el primer plano la vida como problema político. Una cuestión que no nace ahora (el aborto ha sido declarado una actividad necesaria), pero que alcanza un máximo en esta crisis y en el horror de tramitar en tiempo de muertes, la ley para legalizar la eutanasia, en lugar de procurar por la vida. La Plataforma Los 7000, formada por una serie de entidades como ACP, Cristianos en Democracia, e-Cristians, Foro de la Familia y Federaciones Provida entre otras, ha hecho llegar al Congreso de los Diputados la iniciativa para paralizar la tramitación de esta ley.
Todo ello, y la necesaria defensa de los derechos civiles y políticos que la Constitución concreta, sitúa en un primer plano la importancia decisiva de intervenir en la política como cristianos, por encima del partidismo. Para ello, situábamos la referencia de la Carta de los 77, y el movimiento Carta 77 de la revolución de Praga. Lejanos en el tiempo, sí, pero muy cerca como respuesta desde la comunidad ante el abuso del poder que no cumple con sus propias normas. Y en este abuso se encuentra la presión en demasiadas poblaciones contra curas y parroquias, al mismo tiempo que en Lleida -un lugar donde la policía municipal se ha excedido en su celo- el mismo Ayuntamiento favorecía el montaje de megafonía, para que desde lo alto de la Seu Vella, la antigua Catedral, el muecín diera las oraciones que dan inicio al Ramadán. Por primera vez desde el siglo VIII, los cantos que sonaron en la ciudad, con una Semana Santa recluida y silenciosa, fueron los del Islam.
Tiempos nuevos, sí, a los que hay que dar una respuesta real, que no puede ser el activismo del movimiento circular, ni la crítica, que nada construye, ni la instalación en el lamento o en la comodidad falseada del aquí no pasa nada, o el nada se puede hacer. Se trata de construir la fuerza de la comunidad y de los derechos personales ante el poder que todo lo manipula, y situar la vida y su dignidad en el eje de todo debate político, y hacerlo desde la afirmación cristiana que libera.
En esta tarea, el bagaje de e-Cristians, su concepción de las características del tiempo nuevo, la concreción de las respuestas a articular, su vocación de unión y unidad con todas las organizaciones cristianas, lo convierten en un sujeto colectivo imprescindible
Por todo esto pensamos que es necesario responder afirmativamente a su llamada:
Ven y participa en e-Cristians: la fuerza de los cristianos activos en la vida pública.
e-Cristians te necesita PARTICIPA
POR FORUM LIBERTAS