Imaginemos una cafetería en la que hay baños de mujeres y baños de hombres. Esto es diferenciar. Si en cambio las mujeres negras no pudieran entrar a los baños de mujeres, eso sería segregar.
Si alguien entra en una tienda de ropa encontrará ropa de hombre y ropa de mujer, seguramente en secciones diferentes. Podríamos decir que se diferencia la ropa por sexo. Si a usted no le dejan entrar en la tienda por ser cristiano eso es segregación.
Cuando alguien va a comprarse unos zapatos espera que estén diferenciados por tallas, para comprarse los que se adapten a sus pies. Si en vez de darle zapatos de su talla le vendieran unos zapatos distintos y peores para extranjeros, eso seria segregar.
En cualquier deporte existen competiciones diferenciadas por sexos. Hay una explicación para ello. Si sólo hubiera carreras de 100 metros para los dos sexos, las mujeres nunca ganarían medallas y ni siquiera estarían en las finales. La marca de Usain Bolt es de 9,58 segundos, mientras que la de Florence Griffith es de 10,49. Griffith no podría entrar en ninguna final masculina con ese tiempo.
Evidentemente esta diferenciación responde a una realidad previa: que los hombres y las mujeres son diferentes, lo cual o no requiere mayor demostración o no habrá manera de persuadir a alguien de lo contrario. Lo llamativo es que algunos políticos, no atreviéndose a utilizar la palabra “discriminar”, por no poder sostenerla o argumentar su utilización, escojan en cambio la palabra “segregar” en vez de “diferenciar”. Porque no nos equivoquemos. Si los colegios diferenciados discriminaran a las chicas o a los chicos, ofreciendo una educación inferior a unos que a otros, la cuestión no sería retirarles el concierto sino cerrarlos.
Respecto a la cuestión académica, es un hecho que el fracaso y el abandono escolar es una problemática fundamentalmente masculina. Sólo un 8% de las chicas abandona los estudios al acabar la ESO, frente al 24% de los chicos. Es decir, el 75% del abandono es masculino. A la universidad sólo acceden 1 de cada 3 varones, frente a 2 de cada 3 chicas. A nadie se le escapa que, si los hombres y la mujeres fuéramos indistinguibles e idénticos, lógicamente las tasas deberían estar al 50%.
La UNESCO, en el artículo 2 de la Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la enseñanza, considera totalmente aceptable la educación diferenciada por sexos; entendiendo que no se realice para perjudicar a uno de los dos sexos, como es lógico.
A partir de este punto, parece razonable que muchos padres, viendo que chicos y chicas son diferentes y obtienen resultados diferentes, piensen que para igualar los resultados haga falta una forma de educarles diferenciada. Como se obtienen resultados diferentes parece que es no diferenciando.
Obviamente puede usted no compartir este planteamiento. O puede usted conjugar este planteamiento con otros factores y otros planteamientos. De hecho la mayoría de padres escoge la educación mixta. Lo que no parece muy democrático ni muy tolerante es que usted le imponga su criterio a los hijos de los demás. Seguro que usted no quiere que los demás le impongan sus puntos de vista sobre la educación a sus hijos.
Y luego está el asunto de los resultados.
Si el 25% de las quemas de contenedores en Navarra estuviera cometido por alumnos de colegios diferenciados, pongamos por caso, sería lógico que hubiera una gran preocupación con la educación diferenciada. Si, por el contrario, los colegios diferenciados siempre están entre los que obtienen mejores resultados en la Selectividad o en PISA, no parece que haya un problema extraordinariamente grave con ellos.
Podemos elegir entre libertad educativa para todos siempre o imposición educativa por turnos. ¿O alguien se cree que va poder imponer su educación a los demás cuando manda y elegir libremente cuando ganan los de enfrente? Con la libertad educativa ganamos todos, aunque sólo sea por egoísmo inteligente.
POR MIQUEL RIERA EN NAVARRA CONFIDENCIAL 17/09/2015