Tengo delante de mí la fotografía del esqueleto de un niño vivo que se debate entre la vida y la muerte encima de un raído colchón. Sus huesos están cubiertos solo de piel y sus ojos tristísimos miran a una persona que le acompaña como preguntándole ¿Qué he hecho yo para que me hagan sufrir tanto?
Dice Save The Children (ONG que trabaja para dar a los niños salud y nutrición, educación, protección…) que 5,2 millones de niños padecen hambre y 36.000 morirán antes de Navidad, si Arabia Saudita no permite desbloquear el puerto principal Hodeida por donde entra casi toda la ayuda humanitaria.
Mirar a este niño estremece. Qué horrible debe de ser estar hambriento y no tener ni un mendrugo de pan. Nosotros nada podemos hacer, aparte de ayudar a los que ayudan, pero viene Navidad y todos conocemos a personas que tienen necesidad o están solas y desamparadas. Ofrezcámosle lo que podamos, con mucho amor. Nuestra Navidad será más feliz, y Dios podrá decirnos: Ven a mi lado porque tuve hambre y me diste de comer, estuve enfermo y me visitaste….
Por Mª Rosa Bonals (BARCELONA)