PREGUNTAS DESAFIANTES
- Si una persona con una enfermedad terminal, en plena posesión de sus facultades mentales, sufre terribles dolores y quiere acabar con su sufrimiento, ¿quién tiene derecho a impedírselo?
- Los médicos siempre han ayudado a la gente en su camino hacia la muerte. ¿Por qué prohibir el suicidio asistido en el que se ayuda a morir en paz?
Fueron los soviéticos los primeros en legalizar el aborto; en el caso de la eutanasia, ese dudoso honor corresponde a la Alemania nazi, en septiembre de 1939.
Es legal en Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Colombia.
No legalizar el suicidio asistido es la mejor forma de evitar que discapacitados, ancianos, enfermos, deprimidos y otra población vulnerable acaben con su vida por miedo a ser una carga económica, emocional o asistencial para los demás.
Ayudar a un suicidio es corromper la compasión. Un Estado que lo apoye está creando una ominosa nueva opción que rápidamente dañara el valor sagrado de la vida.
LA LEY EN ESPAÑA
Por desgracia, en España, la eutanasia y el suicidio asistido forman parte de la agenda política de la izquierda (y de buena parte de la derecha), como broche final de la ética de la autonomía. Si “yo soy mío”, nadie me puede impedir quitarme la vida o -si estoy impedido- de pedir ayuda para suicidarme. Se plantea como el último paso de la ampliación de derechos.
En 2018, con la urgencia del que piensa que es uno de los problemas más acuciantes en España, el PSOE presentara otro proyecto en las Cortes pocas semanas después de formar gobierno. En ese texto, se describe la eutanasia como un ” derecho individual” al que podrán acogerse quienes sufran “una enfermedad grave e incurable con un pronostico de vida limitado” o “una discapacidad grave, crónica e irreversible” que les causen “un sufrimiento insoportable”.
Pero no es una ley para enfermos terminales, porque ellos no quieren morir. Rafael Mota, presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, afirma: “cuando un enfermo ingresa en cuidados paliativos te dice que así no se puede vivir. Cuando lleva un tiempo bien tratado, deja de pedir la muerte.
En medio del debate, la asociación catalana E-Cristians ha puesto de relieve algo que pocas veces se menciona: los aspectos económicos de la eutanasia y el suicidio asistido. El Estado se beneficia, porque aligera los costes en sanidad y pensiones. Es la contrapartida real a la falta de nacimientos. Cuando los gastos en sanidad crecen porque aumenta la población en edad avanzada, que sufre enfermedades crónicas complejas, cuando saben que las pensiones no alcanzan, y que cada vez hay menos jóvenes para trabajar, la eutanasia se convierte en la medida fácil de los poderosos para cuadrar el presupuesto público. Por si fuera poco, es una medida mucho más usada por/para la gente con pocos recursos económicos, porque los de rentas altas no tienen problemas para acudir a los cuidados paliativos. Una contradicción más en un gobierno que se declara de izquierdas.
CÓMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR LA VOZ
AUSTEN IVEREIGH
YAGO DE LA CIERVA
JACK VALERO
Ed. Palabra
8ª edición, febrero 2019