La nueva forma de bienestar que empieza en casa: «el famicuidado»

16 de octubre de 2025. Por Eva Corujo para Forum Libertas

Repensar el descanso, aprender a decir no y crear un ‘nuestro plan’ que preserve la paz familiar con momentos que unen

Vivimos deprisa. Entre el trabajo, el colegio, los deberes, las cenas y las duchas, los días se escapan sin darnos cuenta. Y cuando llega el fin de semana, seguimos corriendo entre cumpleaños, visitas, planes y compromisos. Apenas queda espacio para detenerse y respirar en familia.

De una conversación con una amiga sobre este ritmo tan acelerado, surgió una idea que me pareció reveladora: menos autocuidado y más famicuidado. Nos reímos al inventar la palabra, pero tenía mucho sentido.

El autocuidado está de moda —y con razón—, porque cuidarse a uno mismo es necesario. Pero también necesitamos cuidarnos como familia: cuidar nuestros tiempos, nuestro ritmo y nuestra manera de estar juntos.

Repensar el descanso familiar

Quizá valga la pena preguntarnos: ¿Cómo descansamos en familia?

¿Los fines de semana son realmente un descanso o terminan siendo una carrera de actividades? Si sentimos agotamiento o cierta incomodidad ante la vida familiar, tal vez sea momento de detenernos y revisar qué nos está faltando.

Un buen amigo, padre de familia numerosa, nos dijo una vez:

“Los planes sociales van a aparecer solos, casi por arte de magia. El reto está en saber a cuáles decir sí y a cuáles no, porque no se puede con todo.”

Nuestros hijos crecerán y querrán pasar más tiempo con sus amigos, como nos ocurrió a nosotros. Pero mientras son pequeños, necesitan hogar: tiempo de casa, de aburrirse, de compartir sin prisas. Dedicar tiempo al tiempo libre familiar debería tener tanta importancia como cualquier otra cita o compromiso.

Una madre me contaba:

“Antes quería llenar el fin de semana de planes, y con el tiempo entendí que lo importante es la calidad, no la cantidad.”

Y tiene razón: hay momentos para socializar y momentos para recogerse. Lo importante es encontrar el equilibrio, sin caer en el extremo de hacerlo todo ni en el de cerrarnos completamente.

Los planes sociales: aprender a decir “no”

A veces tengo la sensación de que en nuestra sociedad cuesta decir “no”.

Queremos llegar a todo, sobre todo cuando se trata de los niños.

En los grupos de padres del colegio, cuando se organiza un cumpleaños, las respuestas suelen ser inmediatas. Y me pregunto: ¿nos damos tiempo para pensarlo, para hablarlo en casa?

Yo misma solía decir que sí a todo, hasta que entendí —con la ayuda de mi marido— que no siempre compensa. A veces ese exceso de compromisos acaba generando más estrés que alegría. Está bien valorar cada plan con calma, ver si encaja realmente con nuestra dinámica familiar y, si no, decir con serenidad: “esta vez no podemos”. Es liberador.

Los niños pequeños suelen disfrutar más de estar en casa, cerca de los suyos.

No necesitan una vida social tan intensa: ya pasan muchas horas relacionándose en el colegio. El resto del tiempo puede ser una oportunidad para hacer familia, sin prisas ni exigencias. Porque cuando están tranquilos, en su entorno, surgen las mejores conversaciones y los momentos más auténticos.

Celebrar y compartir con otros es importante, pero siempre cuidando la paz familiar.

Si un plan encaja, estupendo; si no, no pasa nada. A veces lo mejor que podemos ofrecer a nuestros hijos es un fin de semana sencillo y en calma.

“Nuestro plan”: un estilo familiar propio

Muchas familias han descubierto el valor de reservar tiempo para sí mismas. No se trata de aislarse, sino de crear un estilo propio, con tradiciones, hábitos y momentos compartidos que fortalezcan los lazos.

Un matrimonio me contaba:

“Durante años dedicábamos el sábado a una familia política y el domingo a la otra. Con el tiempo, entendimos que necesitábamos espacios para nosotros, para construir nuestra propia cultura familiar. Aprendimos a equilibrar.”

Tener hijos de distintas edades puede complicar la logística, pero siempre se puede buscar algo común: una afición, una rutina, un rato compartido. Y, sobre todo, hacerlo desde pequeños, para que cuando crezcan lo sientan como algo natural.

Dentro de ese “nuestro plan” también caben otras familias, porque compartir con ellas nos enriquece. Nuestros hijos aprenden al vernos disfrutar de la amistad, del acompañamiento y de la comunidad.

Al final, cada familia encontrará su propio camino, con su ritmo y sus particularidades. No hay fórmulas perfectas, pero sí una certeza: lo importante no es el plan en sí, sino que sea en familia.

Cuidar lo esencial

A veces, los momentos más sencillos son los que más nos unen: un paseo sin prisas, una comida sin pantallas, una tarde de colaboración en casa, una conversación que nace sin planearse o simplemente el silencio compartido de quien se siente en paz.
No hace falta mucho más para cuidar lo esencial.

Quizá ese sea el mayor acto de amor y de cuidado que podemos ofrecer: detenernos, mirarnos y disfrutar de la vida compartida, sin tantas prisas.

Porque el tiempo en familia no se mide por la cantidad de planes, sino por la profundidad de los momentos que realmente nos unen.

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