MIENTRAS tú permanecías atento a las elecciones americanas como si te jugases mucho en el desenlace, tu Gobierno, el de España, ha lanzado un blitzkrieg, una ofensiva relámpago, contra tus libertades. En una sola semana ha establecido la censura de contenidos en la prensa y las redes sociales, ha puesto trabas legales a la enseñanza concertada, ha suprimido la cooficialidad del castellano en los planes escolares y se dispone a permitir a Hacienda el allanamiento de tu casa sin aviso ni trámites. Y le quedan seis meses de estado de alarma por delante, medio año sin dar cuentas al Parlamento ni a nadie. Si te consuela pensar que se trata de medidas inconstitucionales ten en cuenta que cuando el TC falle sobre ellas Sánchez habrá tenido tiempo de jubilarse, y eso en el supuesto de que no logre antes nombrar una mayoría de magistrados favorables. Pero tú tranquilo, que ha ganado Biden y ya sólo tienes que preocuparte de si podrás estar en la calle hasta las diez de la noche o las siete de la tarde.
Eso sí, no te asombres si un día alguien toca el timbre de tu vivienda y no es el lechero sino una brigada de inspectores que te considera sospechoso de evadir impuestos. O si tus hijos o tus nietos no encuentran plaza en el colegio y acaban en uno donde las autoridades autonómicas les prohíben hablar español en el recreo. O si te metes en un lío por difundir el meme que te envió un familiar o un compañero. Hay una novela de Kundera, «La broma», que trata sobre algo de eso pero, claro, era una denuncia sobre el estalinismo checo. No tienes motivos para sentirte inquieto; esas cosas ya no pasan en un país moderno. La vida privada es sagrada en el marco liberal europeo.
Los periódicos, ya sabes, son muy exagerados. Fíjate que les ha dado por decir que el sanchismo y sus socios han entrado en una deriva de rasgos autoritarios y que están desmontando paso a paso –pero pasos muy rápidos– las bases del régimen democrático. O que siguiendo el programa radical de Iglesias pretenden tomar el poder judicial por asalto. O que la atmósfera política se ha impregnado del aroma sectario del período republicano. O que la emergencia del Covid sirve de excusa a una suerte de despotismo cesáreo que utiliza decretos de emergencia para abolir el control parlamentario. O que el presidente actúa como un jefe de Estado y su director de gabinete como primer ministro de facto. No hagas caso de bulos ni de hipérboles propias del periodismo-espectáculo, de las tertulias bipolares que copan el panorama mediático.
Pero recuerda al menos que las democracias se estropean cuando los ciudadanos se olvidan de defenderlas, cuando las garantías jurídicas se quiebran y las instituciones que las protegen pierden su independencia. Cuando el poder, bajo la forma que sea, intenta entrometerse en tu existencia y averiguar lo que pasa al otro lado de tu puerta.
POR IGNACIO CAMACHO EN ABC 8/11/2020