10 de septiembre de 2025. Por María Martín para Forum Libertas
Líderes pro familia en Polonia piden al presidente Karol Nawrocki rechazar el nuevo currículo de “Educación para la Salud”, alertando sobre su carácter desmoralizante y el riesgo para la educación de los niños
En Polonia, tierra profundamente marcada por su tradición católica y por figuras como san Juan Pablo II, padres de familia han solicitado públicamente al presidente Karol Nawrocki, también católico, que se oponga con firmeza al nuevo programa de “Educación para la Salud”, introducido este curso escolar por el Ministerio de Educación.
La preocupación de los padres y activistas no es menor: consideran que este currículo trae consigo un “contenido desmoralizante”, disfrazado de un nombre aparentemente neutro y positivo.
Bogdan Romaniuk y Andrzej Piotrowicz, destacados activistas pro familia, enviaron una carta el pasado 28 de agosto al presidente Nawrocki instándolo a alentar a los padres a retirar a sus hijos de esta asignatura antes del 25 de septiembre, fecha límite para hacerlo efectivo.
En la misiva recuerdan además los compromisos adquiridos por el mandatario con organizaciones católicas, en defensa de políticas auténticamente familiares y respetuosas de la dignidad humana.
Los padres están, con razón, preocupados por el intento de introducir instrucción inmoral disfrazada de ‘educación para la salud’.
Los niños merecen una base moral sólida, no un adoctrinamiento que destruye la verdad del amor y de la familia”.
Una batalla por el corazón de la educación
El Ministerio de Educación lanzó oficialmente esta nueva materia el 1 de septiembre en escuelas primarias y secundarias.
Aunque en un inicio se planteó como obligatoria, la fuerte reacción social obligó a las autoridades a convertirla en optativa.
El programa, sin embargo, reemplaza a la antigua “Educación para la vida familiar” y añade elementos de educación sexual que debilitan la visión integral de la persona.
Ya el pasado 14 de mayo, los obispos de Polonia habían levantado la voz, emitiendo un comunicado pastoral donde calificaban el plan como “antifamiliar” y “desestabilizador de género”, advirtiendo que podía “corromper moralmente a los niños”.
Su exhortación a los padres fue clara: no permitir la participación de sus hijos en estas clases, por el bien de su formación humana y espiritual.
Esta advertencia fue reiterada por el episcopado el 22 de agosto, cuando, a través de redes sociales, recordaron que la defensa de la verdad sobre la familia y el amor es un deber irrenunciable de los padres católicos.
El deber irrenunciable de los padres
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos (cf. CIC 2221). Ellos poseen un derecho natural y una obligación moral de protegerlos frente a programas ideológicos que buscan relativizar el valor del cuerpo, la sexualidad y la identidad.
En este sentido, la carta de los activistas no solo es una apelación política al presidente Nawrocki, sino también un recordatorio espiritual para los padres que, por miedo o ignorancia, pudieran renunciar a su misión de educar en Cristo.
Un presidente interpelado
Nawrocki, elegido el pasado 2 de junio por un estrecho margen y que asumió la presidencia el 2 de agosto, hizo campaña defendiendo la vida y los valores tradicionales.
Hoy se encuentra ante una de sus primeras pruebas políticas y morales: demostrar si sus compromisos electorales serán sostenidos con coherencia en un momento crucial para la juventud y la familia polaca.
El desenlace de esta situación será observado con atención en Europa y en el mundo.
En tiempos difíciles, Polonia se convierte una vez más en un bastión de resistencia moral.
Los católicos del país y de fuera esperan que su presidente escuche a las familias, siga la voz de los obispos y, con valentía, defienda a los más pequeños de toda forma de adoctrinamiento ideológico.