Siempre he sentido mucha pena por estas personas a las que llaman top manta. Son seres humanos la mayoría se han jugado la vida en un cayuco. Días en alta mar a merced de las olas, lo más normal es que a los pocos días se agotaran sus reservas comestibles pasando hambre frio y angustia ante los lloros de los niños y la desesperación de los mayores. Al final el rescate, la esperanza… Y que encuentran. Alguien les ofrece el modo de sobrevivir, que les obliga a estar siempre con miedo, siempre alerta mirando aquí y allá para advertir la presencia de un agente que cumpliendo su obligación les arrebate la mercancía. Sabemos que sus ventas son ilegales pero tampoco es así como se ayuda a los refugiados de que tanto alardean los políticos.
He sentido una gran alegría al leer que Mercabarna y el Ayuntamiento de Barcelona han organizado un cursillo para que unos cuantos de estas personas aprendan el oficio de pescadero, que por cierto a pesar del paro es difícil encontrar mano de obra por ser un trabajo muy sacrificado, hay que estar siempre de pie y madrugar muchísimo. Sus monitores dicen: Nunca habíamos tenido unos alumnos tan ilusionados. Y añadía el artículo: La experiencia se repetirá y ampliará a otros campos.
Felicidades a quienes lo hacen posible, esto es acoger, esto es ayudar esto es gobernar sin tantas palabrerías. Por favor, esperemos que cunda el ejemplo.
Mª Rosa Bonals (BARCELONA)