Y ahora, ¿qué se quiere cambiar?

Estimado amigo lector, 

Nuestra democracia está pasando por su adolescencia. Sí, con casi 40 años se ha dado cuenta de que todavía no había madurado.  

Los compañeros de toda su vida, de diferentes ideologías, se proclamaban desde su nacimiento como muy respetuosos con la monarquía, el humanismo cristiano, la historia, la cultura y la pluralidad de España. Y así lo había creído. 

En su última etapa, cuando se incorporaron otros compañeros más jóvenes, una pequeña parte de ella se ilusionó. Sí, porque aunque eran amigos de algunos de sus compañeros, se presentaron a ella como diferentes, y con ganas de ayudarla.  

Sin embargo, en su corta relación, se ha dado cuenta de que unos de estos la enfrentan consigo misma, y qué, sin ruborizarse, cambian de opinión según les convenga a ellos mismos, y ayudados por algunos de sus anteriores compañeros, tergiversan y mienten sobre la historia. Y cada día que pasa, tiene más claro que se aprovechan de ella y que persiguen  su perdición. 

Le queda la sensación de que estos compañeros no son diferentes sino más jóvenes, y por ello espontáneos y naturales. Vamos, que pueden ser el relevo de otros de sus primeros compañeros. 

También en su última etapa, se incorporaron otros compañeros jóvenes. También supuso ilusión para otra pequeña parte de ella. Sí, por su juventud y porque percibió que se podían entender con algunos de sus anteriores compañeros y que le podían aportar estabilidad. 

El caso es que repasa su vida, y piensa y medita. 

En su nacimiento, sus compañeros, por decisión propia, la aceptaron como era y se ofrecieron a ayudarla y a gestionar todos sus recursos. Tenía trabajo y el perdón de sus compañeros por su pasado, y estaba libre de cargas de todo tipo. Desde el principio, percibió la importancia de fomentar y atender la vida familiar, y de la presencia de los niños para alegrar la vida en todo momento y lugar. En su niñez, vivió el respeto a los mayores y a los demás, En su juventud aprendió a cumplir  en el trabajo para asegurar su salario y condiciones dignas, y aprendió la importancia del ahorro para lograr su autonomía e incentivación personal. Cuando sabe que va a tener un hijo descubre que no recibe de sus compañeros la suficiente ayuda para abordar esa situación, pero si para matarlo. Cuando ha tenido hijos descubre que realmente no se le ayuda para conciliar la vida familiar con la vida laboral, ni para mantener la unidad familiar cuando surgen problemas en su matrimonio, pero si para fracturarlo. Cuando ha querido elegir la enseñanza para sus hijos descubre que no tiene libertad para hacerlo, y que aleccionan a sus hijos, según su conveniencia personal. Cuando ha surgido la necesidad de disponer de medios para atender a las personas dependientes se ha facilitado la muerte, en lugar de los medios necesarios para que vivan con dignidad y afectividad. Para colmo, en los últimos años, ve que la realidad de la gran aportación femenina a través de toda la historia de este país, individualmente, como matrimonio, en la aportación de la vida, en la aportación en el hogar, en el trabajo, la han utilizado perversamente enfrentándola con la masculina. Amparándose en la mala conducta masculina de particulares, persiguen el sometimiento colectivo de la parte masculina. 

¿Qué interés subyace en todo esto? ¿Quién se va a ocupar de los más desfavorecidos?  

Esta democracia se enfada. Reconoce su parte de responsabilidad por no participar activamente durante tanto tiempo en sus obligaciones ciudadanas. 

Y, a estas alturas, se le plantean cambios. Y piensa: 

¿Son para mejorar el futuro? ¿Son para maquillar la cesión de más beneficios a los más desleales, mentirosos o manipuladores? ¿Son para repetir otra crisis dentro de unos años? 

Cree que para facilitar la regeneración es necesario facilitar la participación con listas abiertas y que todos tengan los mismos espacios y tiempos públicos para presentar sus propuestas. Tiene claro que la regeneración no se puede producir si depende del poderío económico. 

Cree que para recuperar la confianza institucional tiene que percibir la imparcialidad de la judicatura. Y ésta, libre de ataduras políticas, debe poder atender las causas en tiempos razonables y no políticos como pasa tantas veces en el Tribunal Constitucional. 

Cree que la recuperación de la estabilidad en el empleo tiene que ir acompañada de condiciones de trabajo y salarios dignos. 

Cree que corresponde a las instituciones velar por la vida con dignidad de todos sus ciudadanos, también de los que son dependientes. 

Cree que para impulsar la demografía es necesario que las instituciones del Estado aporten los recursos económicos necesarios para garantizar a la mujer trabajadora o no la ayuda que demande para tener hijos, atenderlos y educarlos. Y si trabaja, conciliando esta labor con su vida laboral. Y entiende que su renuncia voluntaria a este derecho implique el derecho a nacer de su niño y a tener padre y madre. Y cree que la constitución debe declarar de manera indubitativa y fuera de toda interpretación vergonzante el derecho de todos a nacer. 

Cree que el matrimonio entre hombre y mujer ha de recibir el apoyo institucional necesario para facilitar unidad de la familia. 

Cree que la libertad de los padres para elegir el modelo educativo de sus hijos solo se puede garantizar con la aplicación del cheque escolar. 

Cree otras muchas cosas más, pero expone estas por considerarlas piedra angular de una sociedad de progreso en libertad y con dignidad. Orgullo para los más mayores y esperanza para los más jóvenes. 

Muchas gracias por tu confianza y por divulgar nuestro pensamiento y trabajo. Y si te atreves a implicarte, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Del trabajo bien hecho depende el futuro de nuestros jóvenes y mayores. 

Miguel  Aguilella 

Partido Familia y Vida 

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