Testimonio
Iba en el autobús y en el asiento de enfrente viajaban dos señoras, una muy viejecita, con cara de enferma, que medio dormida iba recostada en el hombro de su acompañante, una mujer joven. La primera, mostraba un semblante tan relajado, desprendía tanta paz, confianza y bienestar, que mejor parecía una niña en el regazo …