Vemos con sorpresa que ante la multitud de situaciones injustas en la vida de las personas y que requieren la atención del que gobierna, la respuesta es la indiferencia, porque no son de los que piensan como nosotros, o porque no son de los nuestros y este silencio aunque acusa a la conciencia de ir contra el sentido común, se fomenta, perjudicando no tan sólo a la propia conciencia en multitud de aspectos, sino no dando solución a los problemas concretos, que se enquistan hasta que explotan o pasan factura tarde o temprano. Por ello una solución es afrontar la situación injusta con compromiso, sirviendo para poner solución, y también es un modo de dar testimonio del sentido común y de la rectitud de la conciencia.