Profundizar en el conocimiento de las causas que determinan la homosexualidad y la transexualidad forma parte de un deber ligado al progreso del conocimiento humano.
Es incuestionable que el número de personas que se consideran homosexuales ha crecido, especialmente entre las mujeres jóvenes y las adolescentes, y en términos relativos lo ha hecho todavía mucho más los adolescentes que se consideran transexuales. Esto es lo que señala por ejemplo la encuestas del Pew Center Research: «La encuesta representativa a nivel nacional de 10.188 adultos estadounidenses se realizó del 16 al 22 de mayo de 2022. Los resultados de la encuesta publicados anteriormente muestran que el 1,6 % de los adultos estadounidenses son trans o no binarios, y la proporción es mayor entre los adultos menores de 30 años”. Y ante el hecho que, subrayémoslo, afecta a los menores, solo cabe una explicación coherente y lógica: el asalto doctrinario que acaece en la escuela y en la universidad, de promoción de la homosexualidad y de la transexualidad, tiene el efecto a corto plazo de aumentar el número de seguidores. En la actualidad cerca del 40% de los alumnos de España dicen haber participado en talleres y actividades que tratan sobre la diversidad sexual.
Hay una estrecha relación entre la permisividad en las conductas sexuales de los menores y adolescentes, cruzada con este elogio de estos comportamientos minoritarios, y el aumento de menores que se identifican con ellos. A partir del momento en que la relación sexual se identifica con el placer y no con los hijos, es más fácil, acabar situando el placer en el centro, sin más, y buscar experiencias placenteras y compensaciones emocionales.
El segundo hecho es que en muchos países de Europa, y España en un lugar destacado, la escuela, las leyes y la cultura apoyada con recursos públicos, confunden el hecho de que una pequeña minoría de personas se sientan atraídas sexualmente por personas del mismo sexo, o que un grupo todavía menor presente disforia de género, y el respeto para todos ellos, con la incitación a la descubierta personal de ambos aspectos, con independencia del criterio de los padres, que son los responsables plenos de su educación. Es más se percibe la paternidad como una molestia o una intromisión en la educación de los hijos en esta materia.
¿Por qué sucede esto? Porque la gran mayoría de padres, como toda la población adulta, tiene poderosas reservas sobre estas cuestiones, y por tanto, no se alinea con los criterios del poder político y mediático. Esto equivale a deducir que la llamada educación en la diversidad, incluso la educación sexual, es una forma de adoctrinamiento porque solo es válido lo que se presenta desde la ideología de las identidades sexuales LGBTIT, asumidas por el Estado. Es una liquidación del estado liberal, aunque se presente como liberalismo.
Se promueve la homosexualidad, ahora sobre todo la transexualidad, mientras continúa la denigración del heterosexual masculino y también de aquellas mujeres, que se oponen a que los transexuales femeninos puedan ser tratados en igualdad de condiciones con ellas. Esta es la última novedad en el proceso de fractura continuada de la sociedad desvinculada: el enfrentamiento durísimo entre el colectivo LGBTIT y el feminismo de género a causa de la transexualidad.
Con carácter general el feminismo se opone a lo que se ha venido a llamar la autodeterminación de género; es decir, que solo la declaración de una persona sin mayores cambios en su vida pueda dar lugar a ser calificada como mujer.
Una consideración nada menor es el principio de irreversibilidad de la condición LGBTIT hasta el extremo de que tales prácticas sean penalizadas por las leyes. Se produce así una profunda asimetría que no tiene una explicación científica puesto que se considera que el estadio estable de una persona no es la condición característica de la especie, la heterosexualidad, sino la homosexualidad y, en un más difícil todavía, la transexualidad. Naturalmente este punto de vista se da de patadas con toda la concepción evolucionista del ser humano, porque considera la situación estable aquella en la que la transmisión de la dotación genética es imposible, como seria el caso de una población de mayoría homosexual. Con el nuevo enfoque lo que se está diciendo es que el estadio evolutivo de la sociedad, aquel que es irreversible porque alcanza su perfecto equilibrio, es ser homosexual o transexual. Esto es obviamente un absurdo, pero es lo que se desarrolla la propia Universidad.
Todo esto se produce además en el marco del desconocimiento. Sabemos lo que es un homosexual en cuanto a su comportamiento basado en el atractivo hacia personas del mismo sexo, o un transexual, que es aquella persona que se considera que su cuerpo no se adapta a su identificación mental del sexo al que corresponde. Es decir, conocemos las consecuencias, pero no sabemos nada o muy poco de las causas y no existe demasiado interés en conocerlas; de hecho, es políticamente incorrecto estudiarlas. La razón en este caso también es evidente: si tuviéramos un conocimiento razonablemente científico de qué hace que un muy reducido número de personas presenten estas características, se podría ofrecer la opción de reconducir sus conductas si así lo consideran pertinente. Y sobre todo en el proceso social y educativo, se podrían reconducir o ser conscientes de qué generan la homosexualidad y la transexualidad. En lugar de esto se ha escogido el camino contrario: utilizar la comunicación y la educación para “construir” mas homosexuales y transexuales entre los menores, sin margen para la intervención de los padres.
Profundizar en el conocimiento de las causas que determinan la homosexualidad y la transexualidad forma parte de un deber ligado al progreso del conocimiento humano. Ignorarlo por perjuicios ideológicos es totalmente reaccionario y una afrenta para una cultura que se quiere científica. Porque, en definitiva, y eso también es importante, conocerse mejor a uno mismo es un avance en nuestro florecimiento personal.
Por ForumLibertas.com