La vuelta del bien común a la escena del pensamiento político resulta sintomática porque revela las fallas de las que adolece el modelo liberal. Es también muestra de que existe cierto consenso sobre la necesidad de otorgar mayor protagonismo a lo que los ciudadanos comparten, así como de armonizar los valores individuales con los colectivos.
Cualquiera que conozca someramente la evolución de la filosofía política sabrá que la idea de bien común es una de la más inspiradoras y constantes de su historia, desde Platón hasta Rawls, y que desborda el campo de esta disciplina para entrar, de lleno, en el ámbito económico. En la discusión moral contemporánea, aparece en los nuevos debates sobre temas tan vivos y polémicos como el medio ambiente, la responsabilidad social de las empresas, el alcance de los sistemas de salud, el problema de la desigualdad o la importancia de la solidaridad, entre otros.
Si tuviéramos que realizar un diagnóstico, podríamos decir que obviar el bien común es una de las principales razones por las que el liberalismo ha fracasado. Sin embargo, y a pesar de que resulta omnipresente en el panorama ideológico contemporáneo, ha llegado a entenderse por bien común cosas tan dispares que, para que se convierta en el revulsivo que requiere la política, no hay más remedio que superar las “nociones falsas” que de él circulan, como explica Chad Pecknold, profesor de la Universidad Católica de América (First Things, 23-04-2020).
El yo frente al nosotros
Una relectura del bien común debería evitar que termináramos confundiéndolo con el interés general, un concepto creado para satisfacer las demandas colectivas en sociedades que carecen de una identidad compartida. O que, como ocurre especialmente en gran parte de las corrientes de izquierdas que emplean la expresión, como la “Economía del Bien Común” propuesta por Christian Felber, se reduzcan sus exigencias a una cuestión de bienestar material, demonizando el afán de lucro, los bienes particulares y el mercado.
Desde el flanco conservador también se insiste en el reparto equitativo de la riqueza cuando se habla de bienes distintos a los privados. Marco Rubio, senador republicano, ha empleado la expresión “capitalismo del bien común” para aproximarse a las preocupaciones sociales de los ciudadanos y poner de manifiesto que el logro de la igualdad económica constituye una de los principales objetivos de la ideología que suscribe. Esta versión del capitalismo defiende el mercado, pero apoya que la sociedad en su conjunto pueda beneficiarse del crecimiento económico, promoviendo políticas públicas para mejorar la vida de los ciudadanos.
Obviar el bien común es una de las principales razones por las que el liberalismo ha fracasado
POR JOSEMARIA CARABANTE PARA ACEPRENSA