EL ABORTO COMO EUGENESIA SOCIAL Y ECONÓMICA

La cuestión acerca de la legitimidad del aborto encierra en realidad dos cuestiones: la consideración del aborto en sí mismo y qué debería el Estado legislar al respecto.

Pocos se atreven a argumentar que el aborto es un bien moral, como si se tratase de eliminar un quiste o un tumor. Un embarazo no es una enfermedad. Defender que lo es supone olvidar cómo lo viven las mujeres y sus entornos: como un verdadero drama. En la inmensa mayoría de los casos, no se elige realizar un aborto voluntario como quien busca algo bueno, sino como un mal menor. En ese sentido, lo máximo a lo que aspiran los defensores del aborto es a demostrar que es una cuestión indiferente desde el punto de vista ético. El único argumento para apoyar el aborto es la fuerza moral de la autonomía: las mujeres tienen derecho a decidir por sí mismas si continuar su embarazo o interrumpirlo.

Sin embargo, este argumento se tambalea. La libertad y autonomía de la persona puede justificar el aborto solo si fuera una acción moral buena o al menos indiferente. Pero habiendo otra persona en juego, la libertad del individuo no basta, del mismo modo que tampoco existe el derecho de adueñarse de un ser humano o de violar a alguien. Legislar en contra del aborto es como legislar contra la esclavitud, la violación  o el asesinato: no limitan la libertad de quien quiere practicarlo, Porque nadie tiene derecho a hacer daño a otro. La libertad no es nunca absoluta: se detiene ante los derechos de los demás.

El otro argumento para defender el aborto es pragmático. Puesto que los embarazos no deseados son inevitables, y algunas mujeres encontrarán siempre la manera de interrumpirlo, las que lo hacen  no deberían ser criminalizadas, y la actividad debería estar regulada y supervisada.

(Continuará)

CÓMO DEFENDER LA FE SIN LEVANTAR LA VOZ

AUSTEN IVEREIGH

YAGO DE LA CIERVA

JACK VALERO

Ed. Palabra

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