11/05/17 El Confidencial
Los viejos fantasmas de la economía española vuelven a aparecer. La tasa de ahorro regresa a niveles previos a la crisis. Y todo indica que en 2017 seguirá cayendo.
Asoman los viejos fantasmas de la economía española. Si antes de la crisis el consumo de los hogares se financiaba, fundamentalmente, con crédito y con menos ahorro —apenas con la renta disponible generada por el empleo y el salario—, todo indica que ese patrón de crecimiento ha vuelto a instalarse en la economía.
La tasa de ahorro volverá a situarse en 2017 en los niveles alcanzados hace una década. Es decir, inmediatamente antes del estallido de la crisis, cuando el ahorro de los hogares se hundió hasta un mínimo histórico: el 5,9% de su renta disponible. A partir de ahí, la hucha de las familias creció con fuerza por miedo al futuro económico y al empeoramiento de las expectativas, hasta alcanzar un histórico 13,4% en 2009. Pero desde ese momento, el ahorro —y no la renta— ha financiado buena parte del crecimiento. En particular, del consumo privado.
Funcas, de hecho, estima que este año cerrará con una tasa de ahorro equivalente al 7,2% de la renta bruta disponible. Por lo tanto, ya en niveles muy similares a los que existían antes de que la economía española entrara enrecesión al ser extremadamente dependiente del consumo financiado con crédito. Cuando los flujos exteriores se cerraron, la economía colapsó por falta de ahorro interno para financiar la inversión y el consumo.
El desplome del ahorro es especialmente significativo debido a que reproduce el patrón de crecimiento anterior, cuando el consumo privado crecía muy por encima de lo que lo hacía la renta, lo que acabó provocando un fuerte desequilibrio. “La reducción de la tasa de ahorro debería preocupar”, asegura Raymond Torres, director de coyuntura de Funcas, para quien es hora de que los salarios recuperen algo de poder adquisitivo para evitar que el ahorro continúe financiando el consumo de las familias.
Aquel déficit exterior derivado del endeudamiento de los hogares y de las empresas se corrigió tras las medidas de ajuste adoptadas a partir de 2010. Hasta el punto de que se ha convertido en superávit de la balanza de pagos en los últimos años, pero con un sesgo en favor del consumo que lo hace difícilmente sostenible en el medio y largo plazo, según el economista Josep Oliver.
Expresado en términos más comprensibles: si en 2015 los hogares españoles fueron capaces de ahorrar 27.182 millones de euros, un año más tarde —pese a la fuerte creación de empleo— bajó hasta los 21.024 millones, lo que significa que el excedente de las familias se ha reducido de forma significativa. En el último trimestre de 2016, de hecho, lo que ha ocurrido es que mientras que el consumo de los hogaes creció a un ritmo del 3,7%, la tasa de ahorro se hundió casi un 8%.
Buenas expectativas
Detrás de este comportamiento se encuentran, sin duda, las mejoras de las expectativas económicas, como sostiene el economista Oliver, lo que aumenta la propensión al consumo en detrimento del ahorro, pero también están los vientos de cola que empujan desde el verano de 2014 a la economía española, más dependiente que el resto de la eurozona de factores como el precio del petróleo o la política monetaria del BCE. Lo que, unido a una recuperación de la riqueza financiera de las familias (por la subida de la bolsa) y a la revalorización de los activos inmobiliarios, provoca una tendencia a consumir más. Es decir, regresa el llamado ‘efecto riqueza’ que aumenta la propensión al consumo de los hogares.
Según Torres, el director de coyuntura de Funcas, si se quiere mantener el actual ritmo de crecimiento, “es deseable” una recuperación del poder adquisitivo de los salarios, toda vez que la creación de empleo no es suficiente para financiar el consumo. Máxime cuando las pensiones, que forman parte esencial del sistema económico, perderán este año poder adquisitivo al aumentar la inflación por encima del 0,25% aprobado por el Gobierno. Algo que obligará a muchos pensionistas a reducir su capacidad de ahorro para financiar el gasto corriente.
El menor ahorro, de hecho, es lo que puede explicar que las familias hayan vuelto a endeudarse. Aunque el ‘stock’ de deuda continúa cayendo, en los últimos meses el flujo ha vuelto a aumentar, lo que refleja la mejora de las expectativas por parte de los agentes económicos. Algo que no sucede, como sostiene Torres, en otros países, donde el sentimiento de que lo peor de la crisis ha quedado atrás “no es tan acusado”. Torres lo achaca a que los hogares entienden que si se crea empleo, el consumo está asegurado, cuando esto también depende de factores como los salarios.
Por El Confidencial