“Tres veces dijo que no, pero le apliqué la eutanasia igualmente. Y lo haría de nuevo“.
Marinou Arends, la médico holandés que sedó y mató a una anciana contra su voluntad, testifica. El 22 de abril de 2016, sedó e puso una inyección letal a una anciana demente en contra de su voluntad.
Absuelta por el tribunal de La Haya el pasado mes de septiembre, decisión confirmada en abril por el Tribunal Supremo holandés al que el juez había remitido el caso “en interés de la ley”, hoy la médico, una geriatra jubilada, ha decidido revelar su identidad. Y para explicar por qué “lo haría de nuevo”.
La mujer tenía 74 años. Arends descubre que hace años la anciana había firmado un papel en el que declaraba que le hubiera gustado recibir la eutanasia si hubiera estado encerrada en un asilo. “Mi primer pensamiento fue, ‘tienes que hacer algo’, ‘tienes que tomar en serio una petición de eutanasia’. La médico asegura de que ya lo ha hecho con otros pacientes, que ha considerado cada solicitud de muerte asistida. Pero en el caso de anciano con demencia ya ni siquiera piensa en ello: “En realidad no tengo muchos problemas aquí, el café es bueno, me gusta la vista, me siento aquí con mi periódico.” Quiero vivir un poco más.” Pero, ya sabes:
“Cuando bebíamos té, siempre se quejaba de su terrible estado, de que no podía hacer nada y estaba siempre tan cansada. Siempre estaba triste, triste, rebelde, inquieta“.
Arends está cada vez más convencida de que su eutanasia es la mejor solución para aliviar su sufrimiento y el marido de la anciana, que tenía poder notarial para tomar decisiones sobre su esposa, estaba de acuerdo. Pero hay un problema: la mujer dijo que la eutanasia sólo debería aplicársele “a petición mía, cuando crea que es el momento adecuado“, y cuando “esté en plenas facultades” para solicitarla. Para Arends, el hecho de que la mujer sufra de demencia avanzada no es una objeción, “la ley establece que como médico, puedes e incluso tienes el deber de interpretar un testamento“.
Tres veces Arends le pregunta a la mujer “qué piensas si te ayudo a morir” y tres veces la anciana responde que no, añadiendo “creo que estamos yendo demasiado lejos”. Y esto, paradójicamente, refuerza la voluntad de Arends:
“un médico también debe tener en cuenta la manera cómo se pronuncian las respuestas“.
La eutanasia quedó programada para la mañana del 22 de abril de 2016. El marido, la hija y el yerno de la anciana también están presentes. Arends decide no preguntarle más a la mujer si quiere morir.
“Pídele algo a una persona incapaz y sólo obtendrás una respuesta dictada por la emoción del momento. Sabía que entraría en pánico. Había visto el tipo de dolor que le había causado al hacerle estas preguntas semanas antes. Mucho miedo, frustración, ira“.
Para evitar todo esto, la doctora vierte un medicamento para sedarla en el café de la anciana, sin explicarle que pronto la matarán.
La médico no se detiene en lo que sucedió después, cuando la anciana parece haberse dormido y recibe la primera de las tres inyecciones necesarias para matarla. Porque es entonces cuando el horror tiene lugar: la anciana se despierta, entiende lo que está pasando, comienza a temblar, intentando escapar. Pero Arends la inmoviliza en la cama y completa el procedimiento. La mujer muere en unos minutos.
Tras los acontecimientos, la Comisión de Control de la Eutanasia supuestamente “reprochó” al médico haber “ido demasiado lejos”, haber sedado a la mujer en secreto y no haberle informado de que sería asesinada. Sin embargo, Arends fue absuelta. Más de doscientos médicos holandeses han expresado su horror por la conducta de Arends. Esta decisión significa la autorización de la eutanasia en Holanda para todo aquel que ya no pueda expresar o renovar su elección al final de su vida. Hoy en día, en los Países Bajos, la gente muere, asesinada a la fuerza, mientras los parientes te inmovilizan en la cama y el médico te da tres inyecciones letales con la convicción de que está haciendo su trabajo: “Tenía que ayudarla”, “No podía abandonar”, “Lo haría de nuevo”.
Publicado por Michel Janva en Le Salon Beige
POR JORDI SOLEY PARA FORUM LIBERTAS