Formar hombres de Verdad

24 de julio de 2025. Por Miriam Esteban para Forum Libertas

¿Cómo formar un verdadero hombre en tiempos donde el afeminamiento abunda?

La figura del varón hoy está debilitada por múltiples causas, entre ellas el fenómeno del afeminamiento en todo, que se ha convertido en una crisis cultural y espiritual.

Pero, ¿qué significa realmente «afeminamiento»?

¿Cómo podemos educar a nuestros hijos varones para que sean hombres virtuosos, fuertes, responsables y santos?

En la Suma Teológica, Santo Tomás de Aquino define el afeminamiento (mollities) como la aversión a abandonar el placer personal para perseguir lo que es difícil o arduo. Es decir, un hombre afeminado no es simplemente aquel con gestos femeninos, sino, más profundamente, aquel que se rehúsa a sufrir, a sacrificarse, a ejercer dominio propio.

El perezoso huye del dolor; el afeminado se apega al placer – Santo Tomás de Aquino

Este afeminamiento no es un simple vicio más: es una renuncia estructural al deber masculino, que afecta directamente la capacidad del varón para ser líder, esposo, padre y siervo de Dios.

 El origen del afeminamiento

Desde el Génesis, vemos cómo el pecado original afecta a cada sexo de manera distinta. Eva, seducida por la serpiente, toma el fruto prohibido. Pero Adán, conociendo el mandato divino, elige el placer de su esposa por sobre la voluntad de Dios. Este es el punto de partida de una larga historia de masculinidad herida.

Los Padres de la Iglesia explican que Adán no solo desobedeció, sino que renunció a su rol de guía y protector, eligiendo el confort de la unión con Eva antes que el sacrificio que Dios exigía.

Desde entonces, muchos varones han heredado este defecto: la búsqueda del placer a expensas de la verdad, el deber o el sacrificio.

Por eso, el afeminamiento no es simplemente una debilidad moderna: es una consecuencia del pecado original que exige ser sanada mediante la gracia, la virtud y la formación adecuada.

Formas de afeminamiento

  1. Afeminamiento sensual: se da en el hombre que busca constantemente los placeres del cuerpo: comida, descanso, entretenimiento o sexualidad. Evita el trabajo duro, el esfuerzo físico y huye de cualquier incomodidad.
  2. Afeminamiento apetitivo (emocional): es el varón que sigue sus emociones, se deja llevar por la tristeza, la ira, la euforia o el miedo. En vez de razonar y dominarse, actúa como un niño. Esta forma se ve agravada por la cultura actual, que idolatra las emociones por encima de la razón.
  3. Afeminamiento intelectual: el que se apega al placer del pensamiento sin buscar la verdad objetiva. Le gusta opinar, debatir, pero evita aceptar verdades que le exigirían cambiar su vida.
  4. Afeminamiento volitivo (de la voluntad): es la forma más grave. Se trata del hombre que quiere hacer siempre su voluntad, sin someterse a Dios, ni al orden moral. Es rebelde, egocéntrico, y no acepta el sacrificio necesario para amar verdaderamente.

¿Cómo se manifiesta hoy el afeminamiento?

En nuestra cultura, los varones están siendo afeminados desde la infancia. Algunos síntomas claros:

  • Apego a la tecnología: videojuegos, redes sociales, series, pornografía.
  • Falta de autodisciplina: desorden en el sueño, la alimentación, los estudios.
  • Evasión del sufrimiento y la responsabilidad.
  • Negligencia espiritual: no rezan, no asisten a misa, delegan la vida religiosa a las mujeres.
  • Ausencia de fortaleza: ante la menor dificultad, ceden, se excusan, culpan a otros.

Y lo más grave: rechazo a la castidad, cuando esta es uno de los pilares fundamentales de la masculinidad cristiana.

¿Cómo educar a un varón hoy?

1. Formar la voluntad

  • Acostumbrarlo a decir “no” al placer inmediato.
  • Asignar tareas diarias que impliquen esfuerzo físico y constancia.

2. Ejemplo de sacrificio

  • Un padre que se levanta temprano, trabaja duro, reza y vive castamente, forma más que mil charlas.

3. Oración y vida espiritual

  • Enseñarle a rezar el rosario, a hacer oración mental, a ir a misa.
  • Hacerle ver que la vida religiosa no es “de mujeres”, sino el campo de batalla del varón cristiano.

4. Cuidado con la tecnología

  • Limitar el uso del móvil, videojuegos e internet.
  • Estimular deportes, lectura, trabajo manual.

5. Educación en la castidad

  • Hablar claro sobre la sexualidad, el valor del cuerpo, el pecado y la virtud.
  • Supervisar su acceso a contenidos nocivos y exigirle pureza.

6. Dar responsabilidades reales

  • Que cuide a sus hermanos, que ayude en la casa, que administre dinero.
  • Exigirle que rinda cuentas de sus actos.

El antídoto: Cristo

Cristo es el modelo supremo de hombre.

Él no eligió el placer, eligió la verdad, el deber y el amor sacrificado.

Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. – Mt 11,29

La masculinidad cristiana se refleja en Cristo: manso, pero firme; compasivo, pero justo; paciente, pero exigente consigo mismo.

Educar a un hijo varón es formarlo para ser un hombre de Dios, alguien capaz de:

  • negarse a sí mismo,
  • amar con sacrificio,
  • buscar la verdad sin miedo,
  • liderar con prudencia,
  • luchar por la virtud,
  • y ser testimonio vivo de Cristo en medio del mundo.

Un varón así edificará familias santas y defenderá la fe.

La masculinidad no está en crisis por falta de capacidad. Hay un Dios que no se cansa de llamar a sus hijos varones a ser auténticos hombres según su corazón.

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