Ante el atentado ocurrido en París, todos los ciudadanos estamos llamados a intervenir, cada uno desde la posición que ocupamos.
Nadie está legitimado para atentar contra la VIDA, ni siquiera contra la del que piensa y vive de manera diferente.
Deseamos que estos hechos no se repitan, que nadie vuelva a morir asesinado por opinar (ni aún de manera grosera), que la sociedad no ceda a los chantajistas y que además no se desencadenen violencias sobre quienes tienen creencias religiosas islámicas, ya que son los grupos radicales islamistas los que se alimentan del odio despertado en musulmanes agredidos de manera injusta.
En cualquier caso, tenemos que reflexionar sobre el modelo social y político que este mundo nos ofrece. Los ciudadanos de a pié no tenemos capacidad alguna para ser constructores de alternativas que tengan futuro. Es el pequeño mundo de la economía, pequeño por el número de personas que lo conforman, el que establece las reglas del juego. Esta es la llave para generar un cambio auténtico, a mejor por supuesto, y es a sus dueños a los que tenemos que dirigirnos.
A estas personas tenemos que pedirles que no antepongan la rentabilidad económica a costa de la defensa de la Vida (desde su concepción), de la Familia natural, de la elección de los padres al modelo educativo para sus hijos, de la justicia, de la libertad de expresión y de credo, del fomento del empleo, de la correcta gestión de los recursos naturales, de la búsqueda de soluciones a los problemas que como el hambre y las guerras vayan surgiendo en el mundo,
etcétera.
Estamos seguros de que desde esa posición es posible construir un mundo mejor para todos, ya que de no existir gérmenes de frustración y odio entre los más necesitados no habrá perversidad que pueda generar estos amargos frutos.
Miguel Aguilella
Presidente del Partido Familia y Vida