La ciencia ha demostrado que, en el código genético de cada individuo (ADN), hay gen masculino y gen femenino, o sea, género masculino y femenino. No existe el gen ni el género hermafrodita. Más aún, la ciencia ha demostrado que la impronta masculina o femenina está impresa en los millones de células existentes en el organismo del hombre o de la mujer. Ciertamente hay algunos individuos de apetencia y tendencia sexual distinta de la de sus órganos sexuales manifiestos. Pero son una minoría, casos aislados y fuera de lo normal u ordinario, que merecen el respeto y la comprensión…
No obstante, en nuestros días ha irrumpido la moda artificiosa de la ideología de género, que no pocos gobiernos han impuesto ya como legal y normal en sus países y tratan de extender a los restantes.
La ideología de género sostiene que este no depende del sexo con el que se nace, sino que cada uno puede escoger el género que desee: masculino, femenino, transexual, etc. Así lo proclama hasta el anuncio publicitario: “Niños con vagina, niñas con pene”. Por considerarlo una construcción social, el niño podría elegir el sexo que prefiera. Pero los experimentos han sido desastrosos, comenzando por su iniciador, John Money, sexólogo, que no se oponía a la pedofilia y todo tipo de prácticas sexuales aberrantes, y sus experimentos con los hermanos gemelos Bruce (llamado Brenda más tarde) y Brian Reimer, nacidos en agosto de 1965 en Canada. Tratados por Money en el Johns Hopkings Hospital de Baltimore, tras una serie de operaciones y de incontables sufrimientos terminaron suicidándose los dos, Brian en el año 2002; Bruce en 2004. La lesbiana norteamericana Kate Millet publico su obra Política sexual en 1970, considerada la obra feminista más influyente del siglo XX en esta materia. Su tesis doctoral en la Universidad de Columbia inició la difusión de la ideología de género, según la cual la personalidad sexual es fruto del aprendizaje.
AUTOR, MANUEL GUERRA GÓMEZ