Parece que cualquier persona con un poco de habilidad en comunicación y con una buena gestión de redes sociales y algo de medios, de todo tipo, puede llegar a encumbrarse en lo más alto para poder dictar y gobernar
¿Quién hay detrás de los partidos políticos?
Vemos que la democracia en nuestros países es en realidad partidocracia, es decir, gobierno de los partidos y no del pueblo.
Vemos que la participación ciudadana se limita a votar a unos partidos en el caso del Parlamento, y que luego no nos preguntan nada de lo que hacen (me gusta Suiza, donde todo se pregunta al pueblo en referéndums).
Vemos que lo justo sería que los que elegimos rindieran cuenta ante la porción de ciudadanos que los han votado, de modo que si estos representantes no actúan bien, puedan cambiarse por otros. Pero es difícil llevar todo esto a la práctica. ¿Por qué?
Arturo Pérez-Reverte, como otros muchos, dice que en la medida que se sube en la escala social de poder en la política, una serie de filtros van eliminando a las personas que son honradas y no se dejan manipular. De modo que si a nivel comarcal puede haber políticos no manipulables, es más difícil encontrarlos a medida que subimos a nivel de la autonomía o de los partidos gubernamentales del Estado.
La pena es que detrás de los mismos representantes de esos partidos políticos, y de los gobiernos de los Estados, hay unos señores invisibles que les mandan, que les dicen lo que deben hacer; hace poco Macarena Olona denunciaba que detrás de los jefes de Vox hay gente que les dice lo que tienen que hacer, pero eso pasa en todos lados, nos tendrían que hablar de quiénes están detrás de la ideología de Podemos o de Sumar, o del PSOE actual de Pedro Sánchez, o del PP o de cualquier otro partido.
Y no solo en España: si vemos lo que pasa con los representantes de las primeras potencias mundiales como son Estados Unidos o China, o el modo de mandar de Putin en Rusia, nos hacemos cargo de cómo mandan personas mediocres con programas de gobierno y pactos sin categoría.
En resumen: nuestro voto es así manipulado porque los gobernantes prometen para que las mayorías les voten dándoles a ellos un voto de confianza, sin saber qué harán con ese poder. La demagogia es un fallo de la democracia, y cuando se junta con la corrupción es peor, pues “el poder corrompe”.
W. Pitti diría en el XVIII: “el poder ilimitado es apto para corromper las mentes de quienes lo poseen”.
Y Lord Acton, en 1887: “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Los grandes hombres son casi siempre hombres malvados…”
Y un dicho anglosajón reza: “el hombre actúa como es cuando puede hacer lo que desea”, idea que está detrás de lo que desde Platón (mito del Anillo de Giges) hasta Tolkien se ha repetido hasta la saciedad en cada época, sobre la corrupción del poder: cuando uno no tiene impedimentos de ningún género, se muestra como de verdad es.
¿El poder descubre lo que uno es, o le corrompe a uno? En El Señor de los anillos, Elrond dirá que “basta desear el Anillo para que el corazón se corrompa”, y se ve a Gollum como ejemplo, esclavizado, con solo algún momento de libertad. Boromir se vuelve violento con sólo el deseo del Anillo, y sabemos que la violencia es signo de debilidad, de esa esclavitud del poder y la codicia.
¿Qué puede hacerse?
No podemos ausentarnos de ese debate, estamos todos interconexionados: la economía y el mercado no son mundos independientes al de las relaciones humanas, personales o familiares. En estos tiempos de la posverdad, donde se puede mentir y despenalizarse la corrupción, parece que cualquier persona con un poco de habilidad en comunicación y con una buena gestión de redes sociales y algo de medios, de todo tipo, puede llegar a encumbrarse en lo más alto para poder dictar y gobernar con menosprecio cualquier comunidad de personas sea una empresa, un partido político, un gobierno, etc.
Esto complica las cosas, pues nos distraen con ciertos escándalos públicos para encubrir otros escándalos más gordos. La opinión pública es manejable, y los regímenes políticos procuran influir en los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y vemos que en los regímenes totalitarios el poder político busca hacerse con el control absoluto del cuarto poder, los medios de comunicación. Sin duda, esos mass media son una herramienta importante para la libertad de pensamiento.
Se desvía el foco de la atención hacia cosas estructurales, diciendo que los problemas son la globalización o la tecnología en su versión actual de IA, cuando las dos no son ni buenas ni malas, será lo que la gente haga de ellas.
Debemos ir más allá de esos botes de humo que incluso dan miedo y te llevan a no actuar. Ser protagonistas de ese momento histórico sin sentirnos víctimas de estructuras que en realidad están llevadas por personas. Las estructuras no piensan, sino las personas que hay detrás y esos intereses de poder, y lo que necesita el mundo es buscar el bien común, como dijo Francisco en su apertura de papado: “protejamos con amor lo que Dios nos ha dado” y esto incluye el bien común que es la Tierra, con todos sus habitantes.
Para ello, entiendo que lo que se precisa es bondad, ternura y servicio con amor, ese ha de ser el auténtico poder. Aunque en un mundo de exterioridad, eso puede parecer una utopía que no sirve para el éxito, en realidad el auténtico éxito es la felicidad que viene de esa paz de estar en armonía con todo y con todos.
La solidaridad universal es una consecuencia. Así, si en China se paga 1$ a quien fabrica una camisa, que se vende en Occidente por 20$, habrá que ver cómo dar un precio justo (una plusvalía razonable) a los trabajadores para que puedan salir de su condición de explotados, y tengan los medios para poder, si quieren, hacer un negocio propio o participar en el negocio para el que trabajan.
Sabemos que hay muchos derechos humanos que se violan en gran parte de la humanidad y que podrían evitarse. Así, la explotación sexual en muchos países que atraen a un turismo sexual, la tenemos también muy cerca. Y la corrupción en otras variantes como la económica, lo mismo.
En las Asambleas internacionales se discute sobre los derechos de las personas y se llegó a un consenso en las distintas Declaraciones de “los derechos humanos”. Y esto es un paso importante para la humanidad, quizá uno de los más importantes. Hoy se habla de una arquitectura económica y política global, una coordinación para hacer prevalecer esos derechos. Pero lo único que vemos en realidad es un poder de ciertas oligarquías que mandan indirectamente sobre esos organismos, incluso a base de donaciones económicas importantes a través de Fundaciones.
El derecho internacional no es fácil de aplicar en medio de esos equilibrios de poder entre los más fuertes.
Muchos han hablado de que, para un desarrollo integral de los pueblos, es necesario un grado superior de ordenamiento internacional de tipo subsidiario para el gobierno de la globalización[1], pero eso tiene sus problemas y es que esas oligarquías financieras manipularían ese órgano de orden mundial.
Desconfío de la idea de cualquier forma de “gobierno mundial”, viendo como esos intereses de poder influyen en los actuales organismos internacionales como son las políticas de la ONU. En todo caso, pienso que sería conveniente reforzar un tribunal para que se hagan respetar los derechos de las personas, pero sin que tenga competencias económicas ni políticas.
Por ahora, las instituciones supra gubernamentales no consiguen evitar unas guerras que, al revés, promueven ciertos poderes económicos globales, y urge trabajar para esa colaboración y evitar las guerras entre todos, pues se ha denunciado que “si no se establecen en el futuro tratados firmes y honestos sobre la paz universal una vez depuestos los odios y las enemistades, la humanidad, que ya está en grave peligro, aun a pesar de su ciencia admirable, quizá sea arrastrada funestamente a aquella hora en la que no habrá otra paz que la paz horrenda de la muerte”[2].
La solución, a mi entender, es contar con que existe ese egoísmo personal y estructural, y a partir de ahí trabajar en el bien común: ir fomentando los valores verdaderamente humanos a través de la educación de cada persona, e ir formando comunidad, en sociedades intermedias entre el gobierno y la persona: el asociacionismo. Las redes sociales y medios de comunicación de una sociedad globalizada pueden ayudar a ello. Y a través de las asociaciones, ir construyendo con esos valores, a todos los niveles: por ejemplo, elevando propuestas de ley, referéndums, o simplemente votar a las propuestas que se vean más correctas.
[1] Así decía Juan Pablo II, que es necesario “un grado superior de ordenamiento internacional, al servicio de las sociedades, de las economías y de las culturas del mundo entero” Encíclica Sollicitudo rei socialis, 43
[2] Vaticano II, Gaudium et spes 82
Por Llucia Pou Sabate para ForumLibertas.com