El incremento tiene que ver, fundamentalmente, con la entrada de divisas convertibles, que en los años anteriores a la crisis financiera —cuando las necesidades de financiación de la economía española alcanzaron un histórico récord negativo equivalente al 9,2% del PIB— se hundieron hasta los 6.438 millones de euros. Desde entonces, y a medida que el ajuste se fue haciendo presente y la economía ganó en solvencia, las divisas convertibles han ido creciendo, hasta alcanzar los 44.073 millones en enero. El 90% son activos de reserva en bonos y obligaciones.
La segunda partida en importancia tiene que ver con las reservas de oro. Los 9,1 millones de onzas troy (31,1 gramos por unidad) que mantiene en su poder el Banco de España —en otro epígrafe, el propio banco central habla, sin embargo, de ocho millones de onzas— están valorados a precios de mercado en 10.169 millones de euros.
Esta valoración no ha sufrido grandes oscilaciones en los últimos años, en coherencia con la menor volatilidad del precio del oro, que sufrió grandes convulsiones en los años más duros de la crisis. Como se sabe, el Banco de España hizo caja en 2007 y se desprendió de buena parte de sus reservas de oro, inmediatamente antes de que se disparara la onza como valor refugio.
Las otras dos partidas de las reservas de divisas —la posición de España ante el FMI y los derechos especiales de giro— son menos relevantes, apenas suponen el 9% del total.
Pese a la recomposición de la reservas de divisas en los últimos años, gracias a que la economía acumula cinco años consecutivos con capacidad de financiación (superávit), lo cierto es que España continúa siendo una de las economías más vulnerables a una nueva crisis financiera. Entre otras cosas, porque sus reservas de divisas se sitúan en el puesto 34º a nivel mundial. Es decir, muy lejos del peso de la economía española en el concierto internacional.
Sacudidas financieras
El ‘top five’ lo componen China, Japón, Suiza, Arabia Saudí y Taiwán. Y los dos primeros países europeos son Alemania (173.731 millones) y Francia(138.200 millones de dólares). Un país con el que se suele comparar España —Italia— acumula una reservas de divisas equivalentes a 130.600 millones. Por lo tanto, más de doble que España, lo que protege al país transalpino de cualquier sacudida financiera gracias a su capacidad de ahorro y a su solvente situación exterior.
No es el caso de España, que acumula una gigantesca deuda externa, tanto en términos brutos como netos. De hecho, la posición de inversión internacional de España (la deuda exterior neta) se situó en el tercer trimestre de 2016 en algo más de 980.000 millones de euros, lo que representa el 88,7% del PIB.
Aunque desde 2015 el desequilibrio se ha ido estrechando, lo cierto es que esas necesidades de financiación externa hacen a la economía extremadamente vulnerable.
El informe que publicó este miércoles la Comisión Europea sobre España incide en esta idea y califica la deuda externa de España como “altísima”. Bruselas asegura, incluso, que el volumen “considerable” de los pasivos exteriores “expone al país a cambios de la confianza del mercado”.
Su conclusión es que España necesita superávit de la balanza por cuenta corriente “durante periodos de tiempo prolongado”. Al tiempo que advierte de que los excedentes previstos para los próximos dos años “seguirían siendo en parte la consecuencia de factores coyunturales”. Por consiguiente, sostiene, “puede ser difícil mantener el superávit a lo largo del tiempo”.
Las reservas de divisas, tras el nacimiento del euro, se definen como los activos líquidos en moneda extranjera que los bancos centrales nacionales mantienen frente a residentes de países distintos de la eurozona. No incluyen, por tanto, ningún tipo de activos en euros ni los activos en moneda extranjera que se mantengan frente a residentes de países de la unión monetaria. Por su parte, las reservas del eurosistema, en su conjunto, están formadas por la suma de las de sus países miembros más las que posee el BCE.
Por Carlos Sánchez, El Confidencial