Hoy se plantea la homosexualidad, desde la política gubernamental, como una conquista más de la libertad individual, y desde este punto de vista, hay que reconocer que fue un gran alivio para estas personas el lograr un estatus permisivo en nuestro mundo actual.
Lo que sí es discutible es la propaganda que se les hace, y el peligro que este proselitismo continuo de esa caterva de presentadores de TV, que continuamente hacen ostentación de su homosexualidad, como si fuera un estadio superior, que para ser alcanzado, “saliendo del armario”, necesitara de un valor extraordinario y ello significara una valentía en la conquista de un mundo libre.
Recuerdo la anécdota de uno de estos personajes, presentador de un programa sobre cine español, al que le oí hablar de sus deseos hermafroditas, hace 12 ó 15 años con esta frase “¿Cuándo llegará el día en que no se hable de hombres ni de mujeres, y que se hable sólo de personas?” (Estos días , lo oí en uno de esos programas estrella, parece que lo han“destapado”, al tal personaje, haciéndose carantoñas con un su amigo)
Cabe preguntarse si una cuestión como ésta, que afecta a un 0,4 % de la población (cifra dadas por el Instituto Español de Estadística) o al 0’7 %,si incluimos a los que no han confesado su tendencia, tiene que estar representada en la TV, en los programas de mayor audiencia, y si el asunto merece una ley como la aprobada por este gobierno, como si la mitad de la población se identificara con esta opción homosexual.
Oía decir hace pocas fechas que los jóvenes adolescentes de nuestra sociedad, aún inseguros porque no han consolidado todavía su personalidad, pueden sentirse atraídos por esta corriente, especialmente si han vivido algún conflicto afectivo, como la separación de sus padres, o simplemente por una infancia difícil o un desengaño amoroso. El o la joven, buscando un soporte afectivo, puede encontrar en los de su mismo sexo ese confidente, esa amistad íntima que puede llegar hasta el contacto placentero.
Parece que psicológicamente, este descubrimiento espontáneo o tardío de una opción discordante con el propio sexo es de carácter cultural y comprende un porcentaje muy por encima de la media de los homosexuales. Sería entonces una sexualidad de recambio, elegida por frustración de la primera. Hay que considerar que la sensación de angustia producida por una ansiedad largamente alimentada y de pronto frustrada por una frase humillante, por un contacto violento, un olor súbitamente repulsivo, o una impensable y momentánea falta de erección, pueden dar lugar a una sensación de fracaso, difícilmente reversible. Si además el fracaso se produce en una primera experiencia, con persona de edad similar, la mente humana tiende a convertir esta experiencia particular en regla general, y de ahí puede venir ya un rechazo a todo el sexo contrario…
Otras veces, la identificación con el mismo sexo procede de experiencias más tempranas, por ej. la ridiculización del niño/a por conductas supuestamente invertidas, cosa que pueden hacer sin pensarlo, hasta los propios familiares; es también considerable el ensañamiento cruel de los mismos niños en la escuela, y no hablemos de la frustración que produce una violación en la niñez.
No vamos a negar que la distribución hormonal es decisiva en la homosexualidad, y estos son los casos más claros e irreversibles. Es la cosa que nuestro cuerpo posee, tanto el del hombre como el de la mujer, hormonas masculinas y femeninas a la vez , que varían en proporción inversa con la edad, a partir de los cincuenta, de ahí que las tendencias resulten a veces confusas para el mismo individuo.
POR EUSEBIO MURILLO 12-07-05