La aprobación de esta ley indigna no es el final de nada, sino el principio de la respuesta ciudadana a favor de la vida digna y la evitación del sufrimiento, y el ejercicio real de la libertad.
Este jueves se aprobará definitivamente en el Congreso de los Diputados la ley que despenaliza la eutanasia y que permite el suicidio asistido, aunque este concepto no se formule ni una sola vez.
Estamos ante una ley injusta e indigna y así hay que afrontarla. Las razones son concretas y han sido formuladas con claridad por la Asamblea de Asociaciones por la vida, la dignidad y la libertad.
Son estas:
- Es una ley de excepción. Solo cinco estados soberanos tienen leyes parecidas, y de ellos cuatro la supeditan o disponen de un programa nacional de cuidados paliativos.
- El Estado no puede autorizar a nadie a matar. La vida humana no está a disposición de los poderes públicos. Lo que sí es su deber, que incumple, es aportar todos los medios posibles para curar, aliviar o cuidar a los pacientes ante situaciones de dolor o sufrimiento insoportable.
- La tramitación de la ley se ha llevado a cabo en un Congreso limitado por la declaración del estado de alarma, sin comparecencias ni debates. Ni tan solo se ha llamado al Comité de Bioética de España, ni tan siquiera se ha remitido el texto al Consejo de Estado.
- En las condiciones que establece la ley, la eutanasia ni es un derecho ni es signo de libertad, porque no existe tal cualidad cuando la opción es sufrir o que el médico te mate. En estas condiciones, la ley de la eutanasia aumentará la ya de por si grave desigualdad social, porque quienes puedan pagarlos acudirán a los cuidados paliativos, mientras nuestros compatriotas con menos ingresos se verán reducidos a la opción a que los condena la ley: sufrir o la muerte a manos de un médico.
- La ley que legaliza la eutanasia rompe la igualdad de los españoles, clasificándolos de manera que a unos se les puede matar con su consentimiento, y a otros no, trasladando a la sociedad la idea de que hay personas que no merecen el esfuerzo de ser cuidadas.
- La eutanasia no es un acto médico, como proclama la ley, porque liquida la relación de confianza entre médico y enfermo. Al contrario, supone una amenaza grave para la profesión sanitaria y para el sistema sanitario, como lo constatan el Código deontológico de la profesión médica y la Organización Médica Mundial, las advertencias unánimes del Comité de Bioética de España, el Consejo General de Médicos de España y la Sociedad Española de Psiquiatría, entre otras muchas. Es contraria a lo establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos en sus artículos 3 y 30.
Y el texto añade:
La aprobación de esta ley indigna no es el final de nada, sino el principio de la respuesta ciudadana a favor de la vida digna y la evitación del sufrimiento, y el ejercicio real de la libertad.