Porque urge que los matrimonios nos enriquezcamos con más hijos. El hijo viene al mundo con la inteligencia, autentico pan bajo el brazo. Si no hay hijos, nos privamos voluntariamente de ser más ricos. El 2020 fue el año con menos nacimientos desde que hay registro, 338.435 con un indice de fecundidad de 1,18.
Porque al enriquecer a cada matrimonio con más hijos, la familia garantiza su futuro.
Porque es lamentable que nos hayamos dejado someter por una ideología laicista, dictadura del pensamiento único, que se ha ocupado de tergiversar la ley constitucional del 78 con falacias como los “nuevos derechos”, divorcio, aborto, eutanasia, educación única, inestabilidad laboral,…
Porque la ideología laicista ha reducido la población con la práctica del aborto y ahora quiere reducir el gasto en pensiones con el eufemismo de la práctica de la eutanasia.
Porque se ha adueñado de la enseñanza pública para convertirla en única y en correa de transmisión del laicismo militante a las generaciones que nacen.
Porque el divorcio y la inestabilidad laboral son autenticos contratos temporales, somete a la familia y a los empleados y se encubre el fracaso de la violencia contra las mujeres y la precariedad laboral.
Porque con la ideologia laicista se incapacita para la procreación, se desarrolla la dependencia a través del crecimiento de la pobreza y la malversación de los impuestos.
Porque yendo contracorriente abandonaremos el actual statu quo de la actual administración y que sólo algunas ONG afrontan con éxito ante el ridículo gubernamental.
Porque es el modo de impedir que la ideología laicista continue la venta de España y por contra se dedique a afrontar la gobernabilidad con éxito ante su fracaso.
¿O no?
Las familias numerosas son expresión y punta de lanza de una existencia y de una sociedad sana donde la vida es realmente celebrada. Sociedad y familia se retroalimentan mutua y positivamente para lograr una humanidad plena. Pero cuando la vida se considera un accidente absurdo, y el nihilismo materialista reduce la aspiración del ser humano al consumo y a la sensualidad (“no hay futuro pero con nata por favor” decía la pintada del 68), la función del poder público es conseguir “soma” para los clientes/ciudadanos del mundo feliz y tiranizar al que desea ser protagonista en justa libertad de su historia personal y comunitaria. No hay esperanza, ni alegría por el don de la vida, ni nada real que compartir. Y en esa estamos….