¿CÓMO ANALIZARÍA USTED LA TEORÍA DE GÉNERO?

La teoría de género nace de una reflexión: la feminidad y la masculinidad se expresan en las distintas sociedades mediante códigos heredados de las culturas que nos configuran. Se transforma en ideología cuando afirma que las propias nociones de feminidad y masculinidad son creaciones culturales que habría que deconstruir para liberarse de ellas. Le tocaría a cada uno, por lo tanto, construir libremente su género, su identidad sexual. Nacer con una identidad sexual recibida y no elegida iría en contra de la dignidad de nuestra libertad. Aquí está el error al que me refería antes. Según esta ideología, solo lo que yo construyo es digno de mí. Y al contrario: lo que recibo como algo dado no es propiamente humano. No obstante, todos tenemos la experiencia de nacer con un cuerpo sexuado que no hemos elegido. Ese cuerpo nos indica algo acerca de lo que somos. ¡En lugar de negar nuestra naturaleza, deberíamos cultivarla! Nuestra humanidad alcanza la plenitud de su desarrollo si aceptamos  el don de su naturaleza sexuada, si la cultivamos y la desarrollamos. Nuestra naturaleza indica en qué dirección podrá expresarse nuestra libertad de un modo fecundo y feliz. Para los defensores de la ideología de género, en cambio, solo puedo ser libre negando lo dado por naturaleza.

Por eso el hombre puede considerarse y construirse como mujer. Esta reivindicación puede extenderse incluso a la pretendida libertad de transformar el cuerpo por medio de una intervención quirúrgica concebida como la re-creación de un sexo elegido y fabricado por uno mismo;…

La ideología de género se propone deconstruir la especificidad del hombre y de la mujer, suprimir las diferencias antropológicas. Pone todo su empeño en fabricar una nueva cultura mundial unisex, sin masculinidad, sin feminidad, que permita el advenimiento de una nueva era humana. Pero en un mundo en el que todo lo produce el hombre ya no queda nada humano. Nuestro planeta amenaza con parecerse a esas zonas industriales en las que no queda espacio para la naturaleza y se vuelven inhumanas. ¡El absurdo y la perversión de nuestros propios inventos deberían hacernos sentir vértigo!

En África ciertas organizaciones internacionales como la Fundación Bill y Melinda Gates, la Internacional Parenthood Federation (IPPF) y sus asociaciones afiliadas invierten ingentes sumas de dinero en la difusión de esta ideología. No tienen reparo alguno en presionar a los gobiernos y a la población. Respaldados por su poder financiero y sus convicciones sectarias, exhiben una forma nueva de colonialismo ideológico. Con una energía descontrolada, sus militantes actúan sin respeto hacia los pueblos. La conducta que muestran  a veces es la de cruzados dominadores y desdeñosos con aquellos a quienes consideran atrasados. No me da miedo afirmar que los pobres de África, de Asia o de Sudamérica son mucho más civilizados que esos occidentales que sueñan con fabricar un hombre nuevo a su medida. ¿Serán los más pobres los últimos defensores de la naturaleza humana? Desde aquí quiero rendirles  un homenaje. Todos vosotros, los que a los ojos de los hombres carecéis de poder y de influencia; todos los que, en lo más intimo de vosotros, sabéis lo que es ser humano, ¡no temáis a los que quieren intimidaros! Tenéis una misión importante; vuestra tarea -como dijo Abert Camus en 1957 en su discurso durante la entrega del Premio Nobel- “consiste en impedir que el mundo se deshaga […], restaurar un poco lo que constituye la dignidad de vivir y de morir”. Frente al poder del dinero y de los medios, frente a las presiones de los grupos depresión internacionales, quiero destacar el inmenso valor que posee vuestra vida sencilla y diaria, tan simplemente humana. Porque -afirmaba Camus- “las grandes ideas vienen al mundo en patas de paloma. Si es así, y si aguzamos el oído, tal vez podamos oír, entre el fragor de imperios y naciones, un débil rumor de alas, el suave bullicio de la vida y de la esperanza. Unos dirán que esta esperanza la lleva un pueblo, otros que un hombre. Yo, por el contrario, creo que la despiertan, la reaniman y la mantienen millones de solitarios, cuyas obras y acciones niegan cada día las fronteras y las más burdas apariencias de la historia, para hacer resplandecer fugitivamente la verdad siempre amenazada que cada uno, por encima de sus sufrimientos y alegrías, eleva para todos.

Robert Sarah

“Se hace tarde y anochece”

Ed. Palabra

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