DINÁMICAS PARA EL GRAN CRACK

el gran crack

Son evidentes algunas dinámicas que avanzan imparables sin que ni gobiernos, opinión publicada y opinión pública asuman el gran riesgo que significan. De hecho, a pesar de la evidencia de su peligro, no figuran en la agenda política. Quizás acabe siendo cierto aquello de que los dioses ciegan a aquellos que quieren destruir. Esperemos que no.

Estas tendencias son tan evidentes que resulta fácil visualizarlas.

La primera se refiere al automóvil, y puede esquematizarse así:

  1. El coche es malo para la ciudad, porque genera daños a las personas, desde la contaminación a la colonización del espacio.
  2. Se desarrollan nuevos hábitos y tecnologías que reducen su uso
  3. La combinación de algoritmos, trasportes públicos de nuevas generaciones, nuevos modos de movilidad personal y usos optimizados de vehículos
  4. El coche va siendo expulsado de la ciudad que es el lugar donde más abunda y queda reducido a cubrir determinadas distancias y la comunicación rural.
  5. Se compran cada vez menos coches, por consiguiente, desciende cada vez más la producción, se reduce la ocupación, la exportación y el PIB. De hecho, esto ya ha sucedido en Alemania, y está empezando a suceder en España, como refleja el último índice de la actividad industrial, y eso solo por el impacto de los motores diésel.
  6. Los países exportadores de coches registran una contracción de su PIB, un empobrecimiento, y crece el paro si otros sectores no absorben una mano de obra muy cualificada de altos salarios.
  7. Países como Alemania, Francia, Italia, el Reino Unido y por descontado y de una manera importante, España se verían afectados y con ellos se multiplicarían los efectos en toda Europa.
  8. Los coches eléctricos y híbridos además de no resolver siempre el problema de la contaminación, solo lo trasladan a los puntos donde se genera la energía, si esta es contaminante, reemplazarán parcialmente el parque actual de automóviles, porque serán estos en su conjunto los que se verán desplazados por nuevas formas de movilidad, y por la limitación de su uso en el espacio urbano.

Esta transformación posee efectos muy benéficos, pero al mismo tiempo puede generar un fuerte impacto económico negativo que puede ser planificado con tiempo si forma parte de las agendas políticas. Hasta ahora no es así, y este es el peligro de que avance sin previsión.

Otra gran amenaza es el gran endeudamiento total (sector público, familias y empresas) y de manera especial el de la administración. En el caso español entre el 2008 y el 2017 los costes de la deuda se han doblado, pasando de 16.679 millones de euros a 32.266 millones, y es ya la tercera partida más importante del gasto público después de la Seguridad Social y las transferencias a ayuntamientos y comunidades autónomas. Es más de cinco veces superior a lo destinado a investigación.

En este caso el esquema es:

  1. El endeudamiento público es muy superior al del inicio de la crisis
  2. Ha continuado creciendo o, bien su reducción ha sido muy modesta
  3. Al mismo tiempo se ha producido una pésima distribución de los costes de la crisis y de los beneficios de la recuperación que ha perjudicado a las rentas inferiores y a una parte importante de la clase media.
  4. La única respuesta política aceptada es aumentar el gasto público para paliar la desigualdad generada. Los partidos y gobiernos carecen de autoridad moral y capacidad para emprender otros caminos.
  5. Lo cual dificulta la reducción del déficit o lo aumenta
  6. Lo cual aumenta su coste y reduce la posibilidad de gastar en otros ámbitos, sean pensiones, sanidad o investigación.
  7. La nueva ola tecnológica no solo afectará a los empleos menos cualificados, sino a determinados ámbitos de nivel superior. Todo aquello que la IA pueda hacer se verá afectado. Con el tiempo se generarán nuevas ocupaciones, pero la sincronización entre creación y destrucción de ocupación no es en ningún caso evidente
  8. Todo ello redundara en una reducción de los ingresos fiscales, si no se crean nuevas figuras impositivas
  9. El resultado en un cruce entre tensión política de necesidades mal resueltas y desequilibrio económico

Todo esto, todas las crisis, se verán afectadas, porque el instrumento de medida sobre si vamos bien o mal, el PIB, que siempre ha presentado serias limitaciones, ya resulta plenamente inadecuado para guiar las decisiones colectivas y las políticas públicas en la tercera década del siglo XXI

POR FORUM LIBERTAS

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