El 26 de mayo hay elecciones europeas y municipales en España, y autonómicas en la mayoría de las regiones. Once días antes, el miércoles 15 de mayo, se celebra el Día Internacional de la Familia (que en Madrid coincide con el patrón de la ciudad, San Isidro Labrador). Esta fiesta la estableció en 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas, pero las entidades políticas españolas le prestan poca atención.
“Celebramos el Día Internacional de la Familia de puntillas, como si la célula fundamental de la sociedad fuera algo negativo o retrógrado, cuando es el motor de la sociedad y la respuesta correcta frente a la violencia creciente y la despoblación“, lamentó el presidente del Foro de la Familia, Ignacio García-Juliá.
Desde el Foro resaltan que los ataques a esta institución “se están convirtiendo, por desgracia, en algo habitual desde las instituciones”.
Como ejemplos de estos ataques, el Foro enumera algunos:
– Se reduce a los padres a meros ‘guardadores‘;
– se habla de ‘pobreza infantil’, cuando lo que hay es pobreza familiar;
– a la crianza de los hijos ahora se la considera ‘trabajo reproductivo‘;
– el matrimonio es considerado ‘opresión patriarcal’, y se facilita el divorcio como liberación;
– un discurso presenta a la maternidad como algo machista;
– la educación de los hijos se quiere entregar al Estado (o a cualquiera antes que a los padres)
– se vende la misma familia como una opresora de las libertades individuales en lugar del lugar de encuentro y crecimiento que es…
¿En la campaña electoral se habla de la familia?
“Hasta ahora”, analiza el presidente, “las campañas electorales servían para que los políticos hablaran de la familia e intentaran llevarlas a su terreno con promesas que, en su mayoría, quedaban sin cumplir o muy rebajadas. En cambio, ahora, en esta campaña permanente que vivimos últimamente, la mayoría de los partidos rehuyen la palabra [familia] y, los que lo hacen, se centran sobre todo en el aspecto económico, que no es todo lo que esta institución requiere”.
“Reforzar a la familia, invertir en ella, daría como resultado un tejido social más fuerte y la recuperación de valores para la juventud que terminarían con muchos de los grandes males actuales, como son la creciente agresividad y violencia de los jóvenes, la violencia contra la mujer, la despoblación y las adicciones“.
POR RELIGIÓN EN LIBERTAD