- La moda vuelve a sus inicios: exhibir por arriba o exhibir por abajo.
- ¿Cabe mayor cosificación de la mujer?
- Se ha puesto de moda arrepentirse de ser madre. ¿A que no?
Como si de un virus se tratara, el mundo de la moda nos ha vendido una curiosa pamema: la feminidad consiste en estar esquelética. Las gordas son repugnantes. Se habla de naturalidad pero no hay nada más antinatural que la desnutrición, nada más artificial que la ropa ceñida, porque la carne, de suyo, no es tersa sino flácida.
En cualquier caso, los desfiles de moda de otoño insisten en lo habitual: la exhibición y consecuente cosificación del cuerpo de la mujer. Y ahí está la gracia: que la elegancia es lo contrario del exhibicionismo.
¿Y todo esto qué tiene que ver con la maternidad? Todo. Porque la explosión de exhibicionismo viene acompañada por un feminismo que odia la maternidad. Es más, se ha puesto de moda (libros, entrevistas…) hablar de las madres que se arrepienten de serlo. Si así fuera, sería como echar el telón a esta sociedad pero afortunadamente no es así. Lo que ocurre que hemos puesto muy difícil la maternidad y que todas las (y los) egoístas retrasan la maternidad o simplemente la evitan (no pregunten cómo). Ahora bien, una vez que tienen al niño la cosa cambia. La grandeza de la vida es… demasiado grande.
El feminismo ha conseguido ocultar el homicidio de no nacidos hablando de anticoncepción inane y de derecho al aborto, dos conceptos que son como Supermán: fenómenos de ficción. Pero una vez que el bebé está en brazos… ¡Anda ya!
Por Eulogio López, Hispanidad