“No podemos ceder la plaza pública a quienes no comparten nuestras convicciones sobre el bien común”

Militar activamente a favor de la causa provida y ser, además, un católico coherente con las enseñanzas de la Iglesia, no son las credenciales más cotizadas para hacer política en Washington desde la bancada del Partido Demócrata. Dan Lipinski las tenía –las tiene–, y con ellas desarrolló su labor como representante por Illinois desde 2005 hasta enero pasado.

Pero la jerarquía partidista, en la que antaño algunos hacían carrera oponiéndose al aborto –caso típico, el de Joe Biden en sus inicios como senador–, ha acabado cincelando en piedra el “derecho al aborto”, y cualquiera que pretenda ocupar un escaño en el Capitolio o conservar el que ya tiene, debe plegarse al dogma.

No era esa la idea de Lipinski. Por ello, la élite del partido y el lobby proabortista EMILY’s List decidieron sacudírselo de encima y le inyectaron millones de dólares a su rival interna, Marie Newman, en las primarias de 2018 y 2020. No pudieron con él la primera vez, pero sí en 2020, cuando cinco candidatos presidenciales demócratas respaldaron a su oponente.

Lipinski decidió entonces abandonar la vida política y centrarse en la docencia universitaria, si bien no pierde de vista el acontecer en Washington, donde –opina– un creyente verdaderamente consecuente con su fe no encaja hoy día al ciento por ciento en ninguno de los dos grandes partidos. Precisamente sobre estos temas, ha accedido a responder varias preguntas de Aceprensa.

— ¿Cómo fue posible que un católico bien formado estuviera ocho legislaturas como representante de un partido cada vez más hostil a la causa provida?

— Es importante entender que EE.UU. no tiene un sistema parlamentario en el que los representantes son elegidos específicamente para votar por la plataforma del partido. Cuando se redactó nuestra Constitución, se esperaba que los congresistas representaran a sus electores y no a un partido. A mí me eligieron al Congreso como demócrata, pero dije a los votantes que era provida y que votaría en ese sentido.

Cuando fui elegido por primera vez, los políticos demócratas podían seguir siendo provida y ser elegidos en primarias, si bien desde el principio tuve rivales que hacían de mi postura a favor de la vida su problema número uno contra mí. Yo sabía que ser provida también significaba que no ascendería a un cargo superior ni me convertiría en líder del partido. También que a otros no les gustaba mi postura, aunque no me lo expresaban directamente. Pero sí recibí muchos ataques verbales –a veces insultantes–, y no solo de forma anónima en Internet, sino directamente en mi cara.

“Había aprendido mucho de Santo Tomás Moro, que practicaba la oración, los sacramentos y la preparación permanente para formar su conciencia”

— Hubo momentos difíciles entonces…

— Sí. En 2009-2010 pasé por uno de ellos cuando me opuse a la principal prioridad del partido y del recién elegido presidente Barack Obama: la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible (el Obamacare). Trabajé con otros demócratas provida en la Cámara para intentar evitar que el proyecto de ley incluyera la financiación del aborto o de los seguros médicos que lo cubren, y aunque inicialmente obtuvimos una victoria legislativa, al final acabamos perdiendo.

La mayoría de los demócratas defensores de la vida acabaron votando a favor del proyecto de ley, pero yo no. Eso, junto con las derrotas de muchos de ellos en las elecciones de 2010 y 2012, me colocó en posición de convertirme en el líder demócrata provida en el Congreso. Nunca tuve la intención de desempeñar ese papel, pero sabía que tenía que recoger ese manto cuando llegara el momento.

En 2017 el lobby abortista decidió intentar desbancarme en las primarias del año siguiente. Gastaron más de tres millones de dólares con ese objetivo, y me atacaron constantemente en anuncios de televisión y mensajes de correo, en los que me calificaban de “anti-mujer” por estar a favor de la vida. Los medios de comunicación, a nivel local y nacional, se posicionaron en gran medida contra mí. Mi oponente decía ser católica, pero apoyaba las posiciones más radicales a favor del aborto. La elección fue muy reñida, pero gané por un estrecho margen de 51% a 49%.

Después de esto, ella nunca dejó de hacer campaña. En esencia, ella y sus partidarios estuvieron disputando las primarias demócratas de marzo de 2020 sin parar durante tres años. Ya en 2020 el partido se había radicalizado tanto en el tema del aborto, que Joe Biden, que desde el inicio de su carrera política de 45 años se había opuesto a la financiación del aborto por parte de los contribuyentes, cambió su posición para seguir teniendo posibilidades en las primarias presidenciales.

Fueron tres años muy difíciles para mí y para mi esposa, Judy, por los constantes ataques y la falta de apoyos. La gente me preguntaba a menudo cómo me mantenía fuerte y conservaba mi postura provida. Había aprendido mucho de Santo Tomás Moro, que practicaba la oración, los sacramentos y el estudio permanente para formar su conciencia. También ejercitó la humildad, lo que le permitió conservar su integridad moral y seguir su conciencia. Además, el respaldo de mi esposa y de otros amigos católicos me ayudó a sostenerme. Nunca me planteé cambiar mi postura y seguí hablando de la necesidad de proteger a los bebés en el vientre materno. No me arrepiento en absoluto de ello.

La intención: confundir a los católicos

— Sesenta políticos católicos demócratas se han opuesto a la decisión de la Conferencia de Obispos de EE.UU. de redactar un documento sobre las disposiciones necesarias para acceder a la comunión. ¿Falta de convicción religiosa, cálculo político…?

— Siempre intento abstenerme de especular sobre los motivos de los demás. Solo Dios sabe lo que hay realmente en sus corazones. En el caso de la mayoría –espero que todos– de los políticos católicos, creo que si tuvieran que elegir entre el cielo y el poder político, elegirían lo primero. Pero a la mayoría de la gente no le gusta hacer concesiones. Intentamos tenerlo todo, y eso nos lleva a buscar lagunas para poder tomar el camino más fácil.

Yo siempre vi claramente el conflicto entre la posición del Partido Demócrata sobre el aborto y la doctrina de la Iglesia sobre la vida. Sabía que debía tomar una decisión. Sin embargo, mucha gente (incluso algunos en la Iglesia) quiere confundir a los políticos católicos sobre estos temas, lo cual a menudo es fácil, porque la mayoría de los creyentes han sido mal catequizados. Algunas declaraciones y comentarios de demócratas católicos lo demuestran.

— ¿Puede decirse que la posición de estos políticos coincide con la de buena parte de los católicos estadounidenses?

— Si se observa la posición de todos los políticos católicos en conjunto, probablemente reflejen las posiciones de los católicos estadounidenses. Y aunque sé que encontrarás mayor proporción de votantes demócratas católicos provida que políticos demócratas católicos provida, también es probable que encuentres mayor proporción de votantes republicanos católicos “por el derecho a decidir” que políticos republicanos católicos en ese sentido.

“Es muy importante que el movimiento provida no esté representado solo en un partido”

— Con su salida de la Cámara de Representantes, ¿la causa provida queda de algún modo huérfana en su partido en Washington?

— Hay un número muy reducido de demócratas en el Congreso que votan a favor de la vida en muchos temas relacionados con el aborto, pero no en todos.

— ¿Se puede decir que quien es provida y quiere dedicarse a la política solo tiene opciones en el Partido Republicano en este momento?

— Se ha llegado a un punto en el que los provida que quieren presentarse a un cargo político entienden que es extremadamente difícil tener éxito como miembro de los demócratas, porque es muy difícil ganar unas primarias del partido y conseguir la nominación. Sin embargo, todavía hay personas provida que intentan presentarse a las elecciones como demócratas, y siempre las animo encarecidamente.

Yo soy asesor de Demócratas por la Vida, grupo que intenta reclamar un espacio en el partido para las personas con esta postura, pues entre una cuarta y tercera parte de los votantes demócratas se declaran provida. Pero es muy importante que el movimiento no esté representado solo en un partido. El lobby abortista lo entiende y por eso se gastó seis millones de dólares en dos ciclos electorales para derrotarme. Si todos los votantes y políticos provida se pasan al Partido Republicano, será aún más fácil que este dé por garantizado que tiene a esos votantes y deje así de priorizar la defensa de la vida.

Contribuir a sanar la división

— En Washington ha aumentado la polarización partidista. ¿Qué peligros se derivan de ella para la buena salud de la democracia estadounidense?

— La polarización partidista es muy preocupante porque el sistema estadounidense depende del compromiso para funcionar. Los autores de nuestra Constitución no crearon un sistema parlamentario, sino uno presidencialista con dos cámaras legislativas co-iguales. El propósito era dar a los ciudadanos múltiples puntos de acceso al proceso legislativo para que sintieran que podían ser escuchados. El sistema también pretendía fomentar la deliberación y el compromiso en lugar de la elaboración rápida de leyes.

Con dos partidos que han estado más o menos igualados en las elecciones durante décadas, rara vez hemos tenido a uno en el control de todo el gobierno nacional. Esto ha hecho que el compromiso sea aún más esencial. Luego la extrema polarización actual dificulta la elaboración de leyes, lo que deja muchos asuntos sin tratar, o en manos del presidente o del sistema judicial. Cuando un partido controla las dos cámaras del Congreso y la presidencia, intenta hacer cambios políticos importantes sin ninguna aportación del otro partido, lo que provoca quejas de ilegitimidad por parte de los que se sienten excluidos del proceso. En conjunto, esto no es bueno para la salud de nuestra democracia.

También me preocupa que la polarización política esté siendo perjudicial para la Iglesia Católica. La polarización ha llegado a un punto en el que podría hablarse, con razón, de sectarismo. Pero ninguno de los partidos/sectas adopta plenamente la doctrina social católica. Esto ha provocado luchas internas entre católicos debido a las diferencias políticas. Además, algunos fieles prefieren seguir más de cerca los principios de su partido que los de la Iglesia.

— Si los buenos se van, solo quedan los malos para hacer el trabajo. ¿Ve posible volver a Washington en algún momento, para ayudar a dar forma a políticas que sean realmente beneficiosas para la gente?

— En este momento no tengo previsto buscar un cargo político, aunque nunca digo “nunca”. Quiero utilizar mi experiencia para ayudar a enseñar e inspirar a otros sobre la fe católica y la llamada a servir al bien común.

Dedico mucho tiempo a escribir y hablar sobre este tema. He publicado varios artículos en First Things y Public Discourse durante el último año y medio, y estoy escribiendo un libro que incorpora mis experiencias de 16 años de servicio en el Congreso para hablar de cómo los católicos están especialmente dotados para ayudar a sanar la división en EE.UU. Creo que esto también se relaciona de muchas maneras con todo el mundo occidental. Además, como exbecario del Legislativo, he escrito un capítulo para un libro sobre el Congreso y estoy redactando artículos sobre la necesidad de reformas en su funcionamiento.

Yo siempre animo a la gente, especialmente a los jóvenes, a participar en la política y en el gobierno, porque no podemos ceder la plaza pública y nuestras instituciones gubernamentales a otros que no comparten nuestras convicciones católicas sobre cómo servir al bien común. Cualquier católico que decida hacerlo debe dedicarse a desarrollar su conciencia y a buscar el apoyo de cristianos comprometidos y de otras personas de fe que le ayuden a mantenerse firme cuando surjan los desafíos. Seguramente lo encontrará.

POR LUIS LUQUE PARA ACEPRENSA

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